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Las encuestas, a modo

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Raúl Hernández Moreno

Enero 14

En la más reciente elección, los simpatizantes del PAN decían que iban a ganar los ocho distritos de Tamaulipas. A nivel nacional el optimismo era similar: Peña Nieto esta desgastado, nadie lo quiere, todo mundo se burla de él en las redes sociales y por eso van a botar al PRI, decían.

En el 2012, el PAN había ganado 6 de los 8 distritos y si ahora se le agregaba el malestar contra Peña Nieto, el triunfo total estaba decidido.

Pero los pronósticos le fallaron al PAN. Lo perdió todo en Tamaulipas y en el resto del país siguió en segundo lugar de las preferencias ciudadanas..

Dos años antes, en el 2013, los pronósticos también le fallaron al PAN, pero a su favor.

En plena campaña por la presidencia municipal de Nuevo Laredo, el PAN sostenía que las encuestas lo favorecían, que tenía una diferencia de 9 puntos con respecto al PRI y al final ganó con una ventaja de 27 puntos. Ni el propio PAN se esperaba una victoria tan contundente.

En el 2009, cuando el PRI venía de una elección federal en la que había perdido 5 de los 8 distritos, su líder estatal, Ricardo Gamundi, cual merolico, repetía una y otra vez, que iban a arrasar en las urnas, que se llevarían el carro completo.

En cambio el PAN decía lo contrario y tildaba de chiflado a Gamundi. Al final el PRI se llevó todo.

Los resultados de encuestas, o quienes informan sobre supuestas encuestas, no siempre son creíbles. Lo que se informa siempre se toma con reservas, con escepticismo.

Estamos convencidos de que las encuestas se deben hacer, pero para consumo interno: Se vaya arriba o se vaya abajo, solo lo debe saber quién contrato la encuesta. Pero ahora sucede todo lo contrario. Se hacen encuestas y los resultados se manipulan al gusto del que las pago. Es probable que algunas de esas encuestas ni siquiera se hagan en el territorio, se diseñan sobre un escritorio.

¿Para qué perder tiempo entrevistando a 1, 200 o 1,600 gentes, si lo que se quiere es tener resultados a modo?

Para los partidos, los resultados de las más recientes elecciones deben ser un parámetro, para ver qué pueden esperar en la próxima elección. Deben llegar con los pies en la tierra pues no es posible, por ejemplo, que en la última elección, aquí en Nuevo Laredo, Morena obtuvo dos mil votos y ahora dice que va por 60 mil. No suena creíble.

En otro tema, se acorta el tiempo para el destape de los candidatos a gobernador por el PRI y el PAN. Estamos a horas, menos de 72, para que se definan a los candidatos.

Los dos partidos han citados a sus aspirantes, siete en el PRI y tres en el PAN, para comprometerlos a que apoyen a quien finalmente resulte el candidato, lo que no será un problema para el PRI, donde suele prevalecer la unidad.

Si la unidad es obligada en el PRI, en el PAN lo es por partida doble. Saben que la elección no será fácil y que la desunión solo le facilitaría al PRI una victoria holgada.

¿Pero cómo negociar con los equipos de los que no serán candidatos? Ahí se concentra la atención.

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