La democracia cuesta… y mucho
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Raúl Hernández Moreno
Diciembre 23
Este año el Partido del Trabajo costo a los mexicanos 374 millones de pesos, tan solo en lo que corresponde a los subsidios que le entregó el gobierno federal. Aparte están los susidios de los gobiernos estatales.
En 15 años, el PT recibió 3 mil 800 millones de pesos de parte del gobierno federal.
La democracia cuesta, y cuesta mucho.
El Partido del Trabajo acaba de recuperar el registro oficial de manera dramática, lo que le garantiza seguir recibiendo subsidios, aunque no tendrá derecho a tener diputados de representación federal, lo que realmente no le mortifica a los dirigentes. Lo que ellos quieren es seguir recibiendo dinero. Esa es la forma en que ven la democracia.
Aquí en Nuevo Laredo, desde su fundación, hace 25 años, el Partido del Trabajo ha participado en 16 procesos electorales, tanto federales como estatales y sus resultados son mucho más que mediocres.
Excluyendo los resultados de las elecciones del 2000 y 2006, en que el PT participó aliado del PRD y Convergencia y no había forma de precisar cuántos votos obtuvo cada partido, en las otras 14 elecciones el PT obtuvo un promedio de 869 votos en cada proceso.
En la primera elección en la que intervino, en 1991, el PT apenas logro 49 votos. En la más reciente, en la de hace 6 meses y días, logró 652, arribita de un voto por casilla instalada. Si se tuviera acceso real al costo de cada voto, entre subsidios oficiales y extraoficiales, nos espantaríamos al saber que cada voto cuesta entre dos y tres mil pesos. Es dinero tirado a la calle.
Para el 2018 el PT no va a poner en riesgo su registro e irá en alianza con Morena, con el PRD, o con quien decida aceptarlos.
Salvo la elección de 1994 en que postularon como candidata presidencial a Cecilia Soto, en los siguientes procesos electorales el PT se ha ido en alianza con otros partidos, para no poner en riesgo el registro.
El día que se apruebe una reforma constitucional para eliminar los subsidios a los partidos políticos, ese día se reducirá drásticamente el número de partidos oficiales, para quedar en dos o tres, y también disminuirá el número de políticos porque pocos se animaran a hacer campañas con su propio dinero. Ese día, si se consiguiera, tendríamos políticos auténticos. Pero ese día, nunca va a llegar en México mientras vivíamos en una partidocracia en la que son los partidos los que deciden por los ciudadanos.
Esa partidocracia es la que hace posible la presencia de partidos huecos como el PT que asisten a cada elección como aliados y cómplices de otros partidos. Y son aliados y cómplices a un costo altísimo que permite que sus líderes vivan como reyes y que otros zánganos menores sobrevivan con unos pocos pesos que se desprenden de los manteles oficiales.
Pero no todo está podrido en Dinamarca. En un mundo donde abundan las injusticias, la corrupción y las irregularidades, siempre hay otros partidos, otros actores, otras actitudes que permiten que la esperanza de que todo pueda cambiar, se mantenga vigente.