Cortés Villada levanta la mano
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Raúl Hernández Moreno
Noviembre 12
Arturo Cortés Villada levanta la mano y dice; ¡Quiero ser candidato!
Su menor carta de recomendación es el trabajo administrativo, social y político que realizo cuando fue alcalde.
Presidente Municipal en el trienio 1990-1992, Arturo Cortés le imprimió tal dinamismo que la historia reciente de Nuevo Laredo se tiene que medir como un antes y un después, a partir de su gestión.
En su trienio, se iniciaron los trabajos para la construcción del bulevar Luis Donaldo Colosio. La administración convenció a cientos de familias asentadas en terrenos federales, junto al puente internacional número II, para que accedieran a desalojarlos y a cambio les construyeron viviendas más dignas en la colonia Solidaridad, creada ex profeso.
La gestión de Cortés Villada se caracterizó por la visita constante de los principales personajes de la época. Aquí estuvieron Manuel Bartlett, que era de Gobernación; Andrés Casso Lombardo, de la SCT; Luis Donaldo Colosio, de Desarrollo Social; Jesús Kumate, de Salud.
A Kumate, Cortés Villada lo llevó a visitar la obra negra del edificio donde actualmente opera el Hospital General y que tenía varios años abandonado, convertido en refugio de vagos. Kumate autorizó recursos para terminar el edificio, equiparlo y poner a funcionar el Hospital General.
A Luis Donaldo Colosio lo trajo para el rescate y modernización del parque Viveros, lo que no se había hecho en las cuatro décadas anteriores.
Ser alcalde no fue fácil. Su administración sufrió la presión y acoso político de Pedro Pérez Ibarra, quien llevaba 35 años ejerciendo el control sindical y político en Nuevo Laredo. Pérez Ibarra imponía funcionarios federales, estatales y municipales. A ese poder, Cortés Villada se enfrentó, arrebatándole el control del PRI y de la CNOP, con dirigentes aliados. Al final del trienio, en noviembre de 1992, se produjo la destrucción y saqueo se las instalaciones de la Aduana en los puentes I y 11, Pérez Ibarra se exilió en la vecina ciudad de Laredo y de ahí en adelante los alcaldes pudieron gobernar con mayor libertad de acción.
La administración de Cortés Villada fue muy activa. El gestionó el cierre de más de medio centenar de cantinas, muchas de mala muerte, en el primer cuadro de la ciudad, que daban una imagen al sector y atentaban contra los valores familiares.
Cortés Villada siempre estuvo en contacto con la gente. Cada semana visitaba una colonia y escoba en mano, acompañado de amas de casa, barrían banquetas y calles.
Cuando jugaba el equipo de beisbol Tecolotes, le gustaba asistir al estadio y se sentaba en tribunas, en medio de la gente.
Para la ceremonia del Grito, Cortés Villada echaba la casa por la ventana. Se montaban los fuegos pirotécnicos más espectaculares y traía a los grupos musicales de moda, lo que originaba la presencia de miles de espectadores.
Una o dos navidades las paso con familias de la colonia Voluntad y Trabajo I, conviviendo con amas de casa, jefes de familia y los niños.
También se ocupó de la cultura y construyó la Casa de la Cultura.
Cortés Villada, a 23 años de que fue alcalde, sigue siendo estimado por los neolaredenses por el enorme trabajo que desarrollo y por eso, hoy, con toda legitimidad, levanta la mano, y dice: ¡Si quiero!