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El oscurantismo como arma de control político

Tintero

Por Francisco Pucheta González

´´El gobierno mexicano no le invierte a la educación porque ésta no le deja nada´´. La expresión a secas la recogimos de la voz de un angustiado padre de familia que trata de desentrañar las causas por las que el país cayó en los últimos lugares del ranking de la enseñanza y el conocimiento universales.

Ni como rebatirle a ese señor quien tiene toda la libertad de manifestar sus dudas y desconfianzas acerca de la calidad de la enseñanza que reciben sus hijos en los planteles escolares.

El rezago es evidente nadie lo discute e intervienen varios factores, pero el principal – sin temor a equivocarnos – es el hecho de haberla politizado.

Por obra y gracia de los gobiernos que en los últimos 50 años han usado la educación como plataforma para amarrar todo componendas de toda índole, se perdió aquella mística de la enseñanza que situó a México en los primeros lugares del mundo en esta materia.

¡Ay aquellos años de gracia, de riqueza y sabiduría que caracterizaron a la educación que amamantamos en las escuelas públicas!.

La educación privada estaba ligada a los intereses del clero y era excelente y muy rigurosa pero la oficial no le pedía nada. De tal forma que los escolapios ejercían un dominio pleno de sus destrezas cognoscitivas desde cualquier ángulo que lo quisieran explorar los especialistas en este rubro.

Quién no recuerda a Patricio Redondo, célebre pedagogo español e inventor de la técnica Freinet avecindado en San Andrés Tuxtla, Veracruz quien aportó los más avanzados métodos para pulir y formar brillantes estudiantes desde su inicio escolar.

´´El niño aprende haciendo…´´, era la observación de este genial educador que esgrimía la tesis de que al educando había que soltarlo para que solo y con su imaginación se fuera forjando apoyándose en las tijeras, el papel y el lápiz.

(Para el acervo de nuestros lectores Patricio Redondo emigró de España a México en la década de 1930, para darle la espalda a la dictadura franquista)

Así se hicieron y así crecieron aquellos infantes que adquirieron desde temprana edad la base sustantiva para ser mejores en todo.

Sin embargo esa esencia se perdió con el devenir de los años y la politización ganó terreno en donde nunca debió

meterse: con la educación. Los gobiernos debieron impulsarla para bien, no para viciarla o sacar tajada de ella.

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