Por La libre
Por Edelmira Cerecedo Garcìa.
1994 México recordó sus raíces, los Indígenas irrumpen en rebelión en un lugar donde la pobreza cobro vidas para ser escuchados, tras el despertar por ser los hombres y mujeres que Vivian en la marginación y la injusticia, se hacen llamar el Ejercito Zapatista de liberación Nacional (EZLN), EN San Cristóbal de las Casas, alguien fue sembrando sus dudas y temores a quedarse por siempre en las sombras, tras el tratado de libre comercio de 1993 que se firmara en el Gobierno por el Presidente Carlos Salinas de Gortari.
1994 año Electoral, y la pasión por una guerrilla el día 1 de enero de aquel año 1994, fue el comienzo de una revolución que no ha parado, que se quedo a medias, este año empezó con sangre, y a la mitad de este sobre los muchos indígenas muertos, estaba también el candidato a la Presidencia Municipal Luis Donaldo Colosio siendo sepultado.
Y en medio de esto MANUEL CAMACHO SOLIS Secretario de Relaciones Exteriores pone el tema de la insurrección indígena en oídos del Presidente de la Republica y es él quien a través del Obispo de San Cristóbal de las Casas Samuel Ruiz, quien fue propuesto por el EZLN para ser el intermediario, abre el dialogo y es justamente donde empieza la historia, de un hombre que olio, sintió, temió y vivió de cerca, la realidad de un rincón olvidado, como muchos, y el hasta su ultimo día que pudo y tuvo conciencia, marco siempre el tema de que falto mucho que hacer por los Indígenas.
Por ello Manuel Camacho Solís, salió del Gobierno de Ernesto Zedillo, tras el dolor también de la muerte de su amigo Luis Donaldo Colosio, fue inclusive inculpado hasta por su muerte, al ser uno de los contrincantes internos en el partido tricolor por la Candidatura, temple de político certero, concreto, serio, y de compromiso.
En el 2003 Manuel Camacho Solís le es levantada la mano por Rosario Robles en ese entonces Presidenta del Partido del Sol Azteca (PRD) quien sin lugar a duda, puso silencio en muchas bocas al reconocer el trayecto y la historia vivida políticamente de este gran hombre, que hasta el último momento, no se canso de decir, que si en su momento se hubiera realizado los acuerdos completos y las reformas de ley para los Indígenas y la protección de sus derechos, el País estuviera del otro lado.
Y cite lo anterior, porque existen muchas generaciones que no saben y no tienen una curiosidad de intuir por que los corajes al sistema, la incredibilidad a las reformas, y el temor a levantar la voz, principalmente porque YA NO EXISTEN POLITICOS COMO AQUELLOS QUE SE ARRIESGABAN A ESTAR DESARMADOS CON UN GRUPO DE GUERRILLEROS Y TRATAR DE RESCATAR VIDAS Y LA INTEGRIDAD DE UN PAÌS.
Manuel Camacho Solís cumpliría un año de haber sido retirado de la vida pública ocupando el cargo de Senador por el PRD para ser atendido de cáncer, mismo que perdiera la batalla este viernes en sus primeras horas, una perdida que hace pensar, cuantos màs quedan, de los hombres de madera, de estos que si aman a su Paìs, a su bandera, a sus símbolos, de esos que lloran, que ríen, que tienen miedo.
Sin lugar a duda el dolor invade inclusive a esa parte màs dolida que dejara de contar su historia, los Indígenas, una parte de Mèxico que lo hace historia, una crónica de rebelión que nadie cuenta ya, y una indignación por el abandono y la humillación que aun siguen padeciendo…viva en muchos corazones Manuel Camacho Solís.
Y mire usted no me quiero adelantar hablar de màs ni de menos, pero en Tamaulipas tenemos que recuperar y pronto de emergencia a los POLITICOS así con letras mayúsculas QUE PUEDAN blindar LA POLITICA DEL ESTADO, tengo en mi boca algunos nombres, de hombres que andan regados por el País, y que solo al escuchar a Camacho Solís recuerdo la serenidad y la seriedad con la que dicen sus palabras, con la que se preocupan por lo que está pasando, esos son los que se requieren de regreso y dejar que los hombres de armadura imponente se vayan al campo de golf, mientras otros atienden las políticas de Estado, como EL Señor Manda, o no Don Enrique Peña y mi estimado Don Egidio Torre Cantú, pongámonos serios.
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