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Sampayo y los brotes de rebelión

ESCENARIO POLÍTICO

Por Marco Antonio Torres De León

Que a partir de hoy Daniel Sampayo no diga que lo tienta Dios porque Dios no tienta a nadie.

Pues si tiene ganas de probar el dulce sabor de la venganza, debe decidir al grito de ‘ya’ y sin culpar a nadie de su desventura, y optar por alinearse o por salirse de la fila.

Que le de tope donde tope, aunque sea en el PAN. (No se ría que es en serio).

Daniel Sampayo deberá saber tomar decisiones, pues.

Porque ciertamente lo que ocurre en Matamoros con el rechazo de su candidatura de parte de la Comisión de procesos internos del CEN del PRI no es un amague ni una guerra fraticida.

Ni son tiros de resortera.

Vaya, no es un golpe de hermanos lo que recibió ni lo que le asestaron.

Fue un tiro de bala a matar; fue lo que en una guerra real suele llamársele ‘fuego amigo’, que en muchos sentidos es más letal que el mismo fuego del enemigo.

Así que por eso es entendible que el priismo que sigue a Sampayo anda que no lo calienta ni el sol, y ya no buscan quien la hizo sino quien la pague.

Porque así es la guerra, y porque si como se lee en redes sociales, su gente que lo impulsa lo anima a responder golpe por golpe, preguntándole a través del Facebook, ‘Tu di Daniel, dinos qué hacer y te seguimos’.

Se oyen -los seguidores de Sampayo- como gallitos de pelea y dan la fuerte impresión de querer bufar cual si fueran búfalos.

Aunque sea voz onomatopéyica.

Mientras que un tufillo de herida sangrante le brota a los sampayistas por todos los poros de la piel.

Lo cual es clara y evidentísima señal de que las cosas en el cuarto distrito no andan bien de ninguna manera para el PRI.

El peligro de una desbandada es latente.

Y si de por sí era peliagudo que el PRI ganara Matamoros, con esto la cosa se agrava aún más.

Daniel Sampayo no las tiene todas consigo.

De hecho desde que nació a la luz su anteproyecto, y desde que se produjo lo que muchos priistas matamorenses llamaron ‘madruguete’ dio visos de parecer un abortivo.

Un sospechosismo rampante indicaba que había sido metido a chaleco como candidato.

Más tardó en usar unos cuantos cambios de camisa y chaqueta roja, que el priismo rumorista y parlanchín matamorense en ponerle fecha de caducidad a su sonrisa.

Lo cual se cumplió a cabalidad.

Ahora bien, aquí caben dos interesantes (más bien morbosas) preguntas:

¿Quién le puso el cascabel al gato? Y ¿De quién es la mano que mece la cuna?

Pues bien, aquí va la respuesta.

Dicen que quien le puso el cascabel al gato fue un ex gobernador , dda ajizul y todo un cincuentón privilegios. Que además de esto radica en Cancún. Y que para efecto de grillar y tomar decisiones políticas se hospeda en un lujoso apartamento del DF, totalmente de su propiedad.

Que para más señas gobernó Tamaulipas hasta el 2010 y que Luis Miguel se quedaba tonto al lado de él.

Más no todo es miel sobre hojuelas, vamos, ni siquiera en el sexto distrito, aparentemente en calma.

No se sabe a ciencia cierta cual es el epicentro del terremoto, pero hasta donde nuestras antenas llegan trascendió que un priismo rebelde se apresta a alzar decididamente su voz por lo que consideran fue una atroz imposición del CEN del PRI a favor de Alejandro Guevara Cobos.

Esto ocurriría antes que se de la aprobación oficial de su candidatura. Y aparentemente en el PRI local ya se conoce la existencia del hacha de guerra, lista para engullir enemigos.

Pero los jefes del priismo se mantienen callados, discretos y expectantes.

Los focos rojos se encienden, pues, en pocas palabras.

Aunque mientras tanto Alejandro Guevara sigue trabajando soterradamente al interior del PRI en aras de unificar.

Y para ello cuenta con el respaldo del líder político del PRI en El Mante, Pablo Alberto González León y del presidente del partido tricolor, Rigoberto Rodríguez Rangel, quien paulatinamente confirma su eficacia como líder en turno del partido, coadyuvante directo del jefe político mantense Pablo González.

Quizás a estas alturas el precandidato Alejandro Guevara ya mandó revelar la radiografía de la rebelión.

Y si no lo ha hecho, en breve lo hará.

Así pues vemos que el foco rojo se enciende y aparentemente el precio que el priismo en rebelión ha puesto para que se cumplan sus exigencias, es muy caro.

Pues hasta donde sabemos, el apaciguamiento no será gratis.

Mejor esperemos.

En otro asunto diremos que al presidente ENRIQUE PEÑA NIETO se le complica el status quo de la nación que gobierna, sobre todo al constatarse que las calles del DF se atestan de cuidadanos, siempre que se les convoca a tomar las calles, exigiendo el esclarecimiento del caso Ayotzinapa.

Nuevamente Enrique Peña Nieto hace un llamado a ‘superar’ lo sucedido en Ayotzinapa, aunque con otro sesgo verborreico al decir que ‘no debemos quedarnos atrapados’ en el caso Ayotzinapa.

En tanto que el procurador general de la república JESÚS MURILLO KARAM dijo -con voz estentórea- con ánimo de mandar al olvido eterno el caso de la desaparición de los 43 estudiantes, ‘los normalistas están muertos, fueron calcinados’.

Como diciendo, ‘váyanse a casa’ y olvídense de reclamos.

Bien, por ahora es todo, nos leeremos en breve.

Aunque no nos iremos sin antes opinar aquí sobre lo que oportunamente escribió nuestro amigo columnista Juan Antonio Lerma en su columna Agenda Política de ayer, respecto al padre Lino y al obispo Carranza Zaleta.

El suceso de entrada parece sacado de un cuento best seller, por hilarante y risueño, aunque en los hechos realmente enojó y enfureció a los deudos del muerto, mismos que a esa hora velaban de cuerpo presente a su familiar.

El caso fue así. Llegó Alejandro Guevara a platicar -como parte de su agenda del día- con el padre Carranza y con los sacerdotes del pueblo.

El padre Carranza se encargaría de reunirlos en su oficina. Lo cual cumplió a cabalidad, exactamente a la hora prefijada.

Todo iba bien hasta ahí. Todo estaba bajo control.

Alejandro Guevara Cobos llegó a la cita a tiempo y como político que se precia de ser, llevó entre sus manos un presente, era una o dos botellas de whisky Buchanan’s, mismo que una vez descorchado, comenzó a dársele baje sin recato alguno.

Los grados de alcohol no importaban, lo que importaba eran las cantidades industriales que traspasaban peligrosamente las gargantas de los curas reunidos en torno al precandidato Alejandro Guevara Cobos.

Todos los sacerdotes gozosos por el detalle guevariano, degluten -con singular gusto- el escocés sin medir peligro alguno.

Más hubo un pero, un pequeño pero… La iglesia de Guadalupe tenía agendada una misa de cuerpo presente más o menos a esa hora; era la misa de un hombre que había muerto unas cuántas horas antes. Y que nadie imaginó que después de muerto, todavía iba a dar algo de guerra.

Así que alguien de los padres católicos debía oficiar la misa. Pues ya había sido pagada por los deudos del fallecido.

Así pues, la suerte recayó en el padre Lino, un simpático clérigo a todas luces relajado, risueño, juguetón, bromista, que suele andar en short y playera en sus ratos libres, y con una pinta de jarocho veracruzano, tanto que no puede con ella ni la puede ocultar.

El padre Lino es además de eso un bailador nato, un Sergio el Bailador, a quien la sotana no le estorba de ninguna manera para servir de anfitrión cuando el obispo Carranza Zaleta le da por invitar a los reporteros a posadas, a cumpleaños o aniversarios especiales, fiestas que se celebran en el traspatio de la catedral de Guadalupe.

Es de todo mundo sabido el ánimo festivo y nada lúgubre de la tercia de reyes, compuesta por el jefe de jefes, el padre Carranza (hombre de más de 80 años de edad), el padre Lino y otro sacerdote con pinta de galán cuyo nombre -en este momento- se nos escapa de la memoria.

La verdad Dios no hizo copias iguales, de eso queda constancia en el caso que nos ocupa.

Así pues, una vez que la secretaria del padre Carranza le recordó a la grey que había un muerto y sus deudos esperando misa, se dispuso que fuera el jarochito padre Lino quien oficiara.

Con tan mala suerte que un familiar lloroso del muerto, detectó anormalidad en el habla del juguetón y bromista padre Lino y empezó a cuchichear entre la asistencia, ‘ese padre está borracho’.

Ahí se armó el pandemonium.

Una vez descubierto el padre Lino tuvo que confesar su embriaguez, cosa que habla de su honestidad valiente.

Pero la familia del fenecido ya no oía razones como Gabino Barrera.

Buscaba a como diera lugar al padre Carranza, quien -por su parte- se hallaba en un abierto aquelarre y guarapeta marca llorarás dentro de su oficina eclesial, acompañado nada más y nada menos que del precandidato del PRI Alejandro Guevara Cobos.

Todos los que se hallaban dentro de la oficina eclesiástica ni cuenta se dieron del escándalo armado afuera.

Lo peor de todo fue el comportamiento tonto y absurdo tanto de Pedro Balboa (carita de muerto) como del guardaespaldas del candidato, un joven de apellido Chaverri, quienes si ofendieron a todos los familiares del fallecido, pues amenazaron con quitarles sus teléfonos celulares y con cerrar las puertas de la catedral. Cosa que sí cumplieron. Pedro Balboa dio cerrojazo al porton, impidiendo el acceso de los familiares del occiso.

El caso fue apoteósico, tragicómico e hilarante en medio de la muerte de un ciudadano.

Fue un suceso real, tanto como si lo hubieran sacado de un cuento de realismo mágico del escritor colombiano Gabriel García Márquez.

Bien, ahora sí es todo, nos leeremos pronto.

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