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El “chingaquedito”

Fuentes fidedignas. Por: Isaías Álvarez

Dicen que, el que calla otorga y el que habla, ataca. Y si alguien sabe atacar sin decirlo abiertamente, ese es Miguel Almaraz. El alcalde de Río Bravo se puso el disfraz de “agradecido” para soltar un mensaje envenenado contra el gobierno estatal. Con una sonrisa medida y un tono aparentemente conciliador, dejó caer la pulla: en cinco meses, el Gobierno de Tamaulipas solo ha pavimentado dos calles en Río Bravo. Ni una más.

El mensaje era claro, pero no explícito. Almaraz no necesitó mencionar nombres ni hacer una crítica frontal. Bastó con la insistencia: “Me encantaría que el Gobierno del Estado siga bajando recursos”, repitió, como quien le recuerda a un deudor que su cuenta sigue pendiente. La intención estaba ahí, disfrazada de cortesía, pero con la misma carga de un reproche.

Porque el destinatario de esas palabras no es otro que Américo Villarreal. El gobernador ha distribuido recursos en todo el estado, pero Almaraz quiere dejar la sensación de que en Río Bravo solo ha dejado migajas. Y lo hace con maña: no acusa, no grita, no se queja. Solo “informa” que en cinco meses el Estado solo ha pavimentado dos calles, y luego lanza la indirecta: “Río Bravo necesita más vialidades pavimentadas, los recursos del Gobierno del Estado son bienvenidos”. Como quien extiende la mano con una sonrisa, pero deja la espina bien clavada.

El truco del “chingaquedito” es sencillo: aparentar reconocimiento mientras se siembra la duda. ¿Por qué tan poco apoyo? ¿El gobernador está castigando a Río Bravo? ¿No es prioritario este municipio para el Estado? Almaraz no lo dice, pero obviamente lo sugiere. Y en política, lo que se sugiere pesa más que lo que se declara abiertamente.

No es la primera vez que un alcalde juega este juego, pero sí es interesante ver cómo lo hace Miguel Almaraz siendo oposición del gobierno estatal y con una tirria evidente contra los de la administración anterior. En lugar de confrontar directamente al Gobernador, prefiere la estrategia del “chingaquedito”. No atacó de frente, pero deja en el aire la idea de que el gobernador no está haciendo lo suficiente. Y lo más peligroso de este método es que, con el tiempo, la duda se instala en la gente.

Si el gobernador responde con recursos, Almaraz dirá que su estrategia funcionó. Si no, seguirá repitiendo la misma frase hasta convertirla en una verdad. Porque, lo que se repite lo suficiente termina pareciendo cierto. ¿Cómo responderá Gobierno?

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