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La esposa incómoda y el realismo mágico

ESCENARIO POLÍTICO

Por Marco Antonio Torres De León

Enrique-Peña-Nieto-y-Angélica-Rivera

Cuestión de echarle números, o sea matemáticas.
Es insólito que a estas alturas Enrique Peña Nieto haya ganado -en 26 meses que lleva gobernando al país- la miserable cifra de 4 millones 680 millones de pesos.
Esto en relación con la escandalosa erogación de 86 millones de pesos que costó ‘La casa blanca’ de Lomas de Chapultepec y que según declaraciones de ella, va pagando en abonos.
¿Significa pues que Angélica Rivera gana más dinero que el propio presidente de la república?
Repetimos, las matemáticas no mienten.
Pues si multiplicamos 180 mil pesos (salario mensual del presidente) por 26 meses que lleva cobrando como tal, la resultante es, la cantidad de 4 millones 680 mil pesos.
¿De dónde saca Angélica Rivera, presidenta nacional del DIF la inmensa diferencia?

Esto, en el presumible caso que Enrique Peña Nieto comparta su salario con su esposa Angélica Rivera Hurtado.

Nadie –a estas alturas- querrá estar en los zapatos del presidente, que resultó ser tan pobretón si se le compara con su archimillonaria consorte.

Ahora resulta que Enrique Peña Nieto es un presidente pobretón si se le compara con el elevado estrato social y económico al que pertenece su consorte, Angélica Rivera, quien de un solo golpe se volvió propietaria de una multimillonaria casa sobrevaluada situada en Lomas de Chapultepec.

La archimillonaria Angélica Rivera, con todos los costales de dinero que posee, acaba de adquirir una mansión cuyo valor en el mercado es superior a los 7 millones de dólares, unos 86 millones de pesos mexicanos, que para el tiempo actual es una cifra de escándalo.

La noticia aparentemente no le causó ni un estornudo a la familia Peña-Rivera, quien haciendo caso omiso de las críticas que arreciaban mientras subían al avión presidencial para volar rumbo a China, decidieron acudir a la Cumbre.

Entretanto, páginas de diarios en el mundo dan cuenta del caso, poniéndolo en el rubro de los escándalos y pidiendo una explicación a la pareja presidencial.

Un fino tufo de insinuación de corrupción al más alto nivel permea el tan delicado tema, que ya se encuentra en páginas de diarios como The New York Times, Los Angeles Times, The Wall Stret Journal y Financial Times.

Si bien Enrique Peña Nieto aun no sale bien librado del caso de Ayotzinapa, Guerrero, pese a la dimisión forzada del ex gobernador Ángel Aguirre Rivero tras la desaparición y muerte de 43 humildes estudiantes pertenecientes a una escuela normal rural de Iguala, llega a Los Pinos una segunda tormenta de críticas que lo asola, ‘La casa blanca’ de Lomas de Chapultepec.

El escándalo es mayúsculo entretanto Andrés Manuel López Obrador abruma a sus oyentes con fútiles versiones y argumentaciones, donde deja ver su rascuache ideario, alejado de todo amor por la justicia que tanto pregonaba.

Los partidos políticos opositores, PAN, PRD y obviamente PVEM y PANAL hacen exactamente lo mismo que AMLO, callan sospechosamente.

Se niegan a exigir cuentas claras al mandatario mexicano, ayudando así a que se abran laguna de dudas alrededor del caso.

El país entero se sume en violencia y rabia social, a causa del sangriento caso de los 43 estudiantes desaparecidos.

Los mexicanos saben que éste es un caso más de circo mediático, al que siempre lo han acostumbrado a presenciar, y que solo sirve para alimentar morbo y para lanzar expresiones adjetivales que rayan en maldiciones al gabinete presidencial, ente que solo acierta a responder con silencio e indolencia.

Son comentarios en redes sociales insultantes que por desgracia nunca pasan de ahí.

Pareciera que en presidencia de la república conocen muy bien el valor de los fines de semana con los clásicos ‘sabadazos’, mismos que ayudan a olvidar lo que aconteció hace 3 días, por más grave que sea.

Pues extrañamente las declaraciones más importantes del procurador general de la república Jesús Murillo Karam se dan –casi siempre- en viernes, pasando automáticamente a la congeladora.

Ciertamente la constitución política de los Estados Unidos Mexicanos no obliga a la presidenta del DIF nacional ANGÉLICA RIVERA HURTADO a revelar sus posesiones y propiedades adquiridas.

Pero sí obliga al presidente Enrique Peña Nieto a rendir cuentas a los mexicanos, aunque la que compró –y adquirió en este caso- sea su esposa.

Y tiene la obligación de hacerlo en el apartado llamado bienes patrimoniales, aunque se halla casado con ella por bienes separados.

Hasta aquí con ese asunto.

Pues como casi siempre ocurre, los temas álgidos se olvidan pronto, muy fácilmente.

Como el caso Ayotzinapa por ejemplo, mismo que pasará –en una o dos semanas más, si mal no calculamos- al olvido.

La Colombia antigua parece que fue muy diferente a la moderna.

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Al menos así lo reflejan las obras universales tanto de Gabriel García Márquez como de Jorge Isaacs, dos de los máximos exponentes de la literatura colombiana en el mundo.

Isaacs fue el mejor exponente de la literatura romántica, mientras que Gabriel García Márquez fue el mejor dentro del género llamado realismo mágico.

En la Colombia antigua del siglo 18 los provincianos viajaban desde sus pueblos hacia la gran capital montados a caballo, en carretas o en burros, y sobre senderos tan estrechos donde el viajero no veía sino barrancos profundos, mosquitos, lodazales y a lo lejos, quinqués o velas de cera que alumbraban las chozas de aquélla época.

Isaacs, cuyo rostro aparece en los billetes de cincuenta mil pesos, fue un escritor brillante nacido en Cali, Colombia que escribió sobre el amor, la muerte y el dolor. Pero amén de esto, describió la Colombia de su época, llena de vegetación, viajes en mulas y preciosos paisajes.

La vegetación exuberante de Valle del Cauca es escenario natural en toda su obra.

Creó en su obra María al personaje de Efraín y al de María, primos hermanos que muy enamorados uno de otro desde niños, esperaron 6 años para consumar su amor mientras él estudiaba en Bogotá.

Hasta que Efraín erróneamente decide viajar a Londres, y a su regreso descubre que su amada ha muerto. Pues desde niña María sufría una enfermedad que poco a poco minaba su salud, la epilepsia.

‘Constantemente sufría de temblores en el cuerpo’, se describe.

Los críticos de la obra hablan que el amor entre Efraín y María era incestuosa. Pero en la obra Isaacs jamás alude al amor de ambos como un pecado, sino como algo sublime, intocable, puro.

De hecho el amor entre Efraín y María jamás llegó a consumarse.

En medio de la trama, Isaacs describe las haciendas de la época (su padre en la vida real fue hacendado, dueño en los alrededores de Cali, Colombia de unas 12 mil 500 hectáreas de tierras cultivables) y la magia que se vivía entre el patrón y sus empleados, muchos de ellos trabajadores de raza negra fue descrita con prosa aleccionadora y casi perfecta por Isaacs.

Entre otras cosas describe cómo el padre de Efraín festejaba los cumpleaños de sus empleados negros, regalándoles el día y ofreciéndoles comida y bailes en la terraza de la hacienda.

En su obra María se refleja –de principio a fin- el dolor de perder a la mujer amada.

Pero más allá de que en Colombia a las tortillas, gorditas, sopes o migadas mexicanas las llamen ‘arepas’, o que las arepas de ‘choclo’ estén hechas con grano fresco de mazorca de maíz, bien valdría la pena conocer por qué en Colombia el viajero que llega al país, nunca se quiere regresar.

Al menos es lo que oímos en campañas intensas teledirigidas a los extranjeros, en épocas donde el gobierno pretende aprovechar todo chispazo de realismo mágico que generó Gabriel García Márquez con sus obras literarias, y que –paradójicamente- se reavivó tras su muerte.

En una especie de contrataque publicitario que intenta revertir lo malo, convirtiéndolo en bueno.

Apenas un viajero extranjero llega al aeropuerto El Dorado y comienza a escuchar dentro de un taxi cuatro cosas, música vallenata (orgullo nacional) a través del radio bogotano, música pop romántica, una –a veces- importuna voz preguntona de un entrometido taxista, o bien, llamativos anuncios comerciales que solo quieren inspirar seguridad y certeza al extranjero.

Al transitar por la avenida 26, también conocida antiguamente como Avenida El Dorado, misma que cruza toda la ciudad de Bogotá de poniente a oriente, se oirá repentinamente un anuncio comercial cuya frase es, ‘el riesgo es que te quieras quedar’. La promueve el gobierno de Colombia.

Claramente el anuncio tiene un plan, generar tranquilidad en extranjero por la mala fama de violencia creada en el mundo durante lustros acerca del país, y que creció como célula cancerígena sobre cuerpo enfermo.

En el anuncio comercial se escucha –en primer plano- la voz de un norteamericano hablando en mal español, ‘Colombia es un país de gente que lo recibe con los brazos abiertos y un café sobre la mesa’.

Otra voz femenina asegura: ‘(cuando llegas) te das cuenta que Colombia es otra cosa’.

Enseguida otra voz extranjera: ‘(en Colombia está) la gente más hermosa del mundo’.

La publicidad concluye con la voz de un actor colombiano cuya voz es tan ruda, intensa y grave como la voz de Anthony Queen, quien dice muy ufano: ‘El riesgo es que te quieras quedar’, mientras como colofón se ríe con desparpajo: ‘Ja ja ja ja’.

Obviamente esta frase la promueve el Ministerio de Turismo de Colombia en su afán de generar certidumbre.

Y parece ser que lo está logrando.

Bien, por ahora es todo, nos leeremos en breve.

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