“El Chapo” ya tiene tele
El 22 de febrero de este año despertaron muy temprano al presidente Enrique Peña Nieto para darle la noticia: antes del amanecer había sido capturado Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
De hecho, varios integrantes del primer círculo presidencial fueron despertados por ese breaking news mundial: el almirante secretario de Marina, Vidal Soberón; el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; el vocero Eduardo Sánchez; el jefe de la Oficina, Aurelio Nuño; el procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, y el general secretario de Defensa, Salvador Cienfuegos.
Varias de las cabezas del gabinete de Seguridad del presidente Peña se dirigieron al hangar de la PGR en el aeropuerto del Distrito Federal para ofrecer una conferencia de prensa al aterrizaje del hombre más buscado del mundo, quien llegaba de Mazatlán en un avión de la Armada.
En uno de sus movimientos dentro del hangar, El Chapo Guzmán, obligado a mantener la cabeza baja e instruido a no buscar contacto visual con nadie, pasó a unos metros de los más altos funcionarios ahí presentes, quienes lo vieron.
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Después de que le compraron una coca cola y una hamburguesa de Johnny Rockets, fue trasladado al penal de máxima seguridad del Altiplano, en Almoloya de Juárez, Estado de México, donde fue confinado a una celda individual, rodeado de algunos de sus acérrimos rivales.
Inicialmente le permitieron un libro y una hora de sol. Luego le quitaron ambas prebendas. El objetivo fue que las “ganara” con buen comportamiento y compartiendo con las autoridades la información que le solicitaran.
Las primeras declaraciones de El Chapo fueron al área de inteligencia de la Marina, cuyos elementos lo capturaron. Casi de inmediato pasó a manos de los ministerios públicos de la Agencia de Investigación Criminal —la apodada Nueva PGR—. Y finalmente el diálogo quedó bajo la responsabilidad de investigadores del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
Al parecer ha sido con estos últimos con quienes mejor comunicación ha establecido. “Se la pasa comiendo Mamuts”, me cuenta una fuente de alto nivel con acceso a la información que surge del penal del Altiplano. Revela que las populares golosinas de galleta, malvavisco y chocolate forman parte de la dieta cotidiana del capo (en sus casas interconectadas por túneles en Culiacán, Sinaloa, los captores del Chapo encontraron muchos dulces y sobre todo cacahuates).
Otra fuente confiable y con mucho acceso me reporta que la última novedad es que el líder del cártel de Sinaloa ya tiene televisión.
¿A cambio de qué? No sé. Es claro que la red de operadores y cómplices del hasta hace unos meses narcotraficante más poderoso del planeta es una jugosa, jugosísima moneda de cambio. ¿La estará intercambiando?