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Austeridad para el 2016

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Raúl Hernández Moreno.

Septiembre 02

En su mensaje a la nación y en respuesta a la crisis económica, el Presidente Enrique Peña dijo que para el 2016 no habrá nuevos impuestos ni habrá incrementos en los ya existentes.

De paso, anunció que para el 2016 se tendrá un presupuesto austero.

Habrá que recordar que cuando se aprobó la Reforma Fiscal en el 2013 el gobierno federal se comprometió a que no habría nuevos impuestos en lo que restaba del sexenio. La reiteración del Presidente Peña sale sobrando, pero se agradece, pues había la inquietud de que ante la crisis se aprobaran nuevos impuestos, cuando los que existen ahogan a los contribuyentes, algunos de los cuales pagan el 42 por ciento de sus ingresos, en el mejor de los casos, a cambio de muy poco. Hay países como Suiza donde se paga el 48 por ciento de impuestos del total de los ingresos de un contribuyente, pero a cambio de todo. Así hasta debe dar gusto pagar por calles y carreteras de primera, por educación de primera, por servicios de salud de primera, por autoridades de primera.

En cuanto a la austeridad ofrecida por el Presidente Peña es lo menos que se puede esperar por parte de un gobierno que en el 2014 y 2015 aumento su recaudación en más de 220 mil millones de pesos, como resultado de la reforma fiscal del 2013,pero a cambio incremento su gasto corriente en 400 mil millones de pesos en ese mismo lapso. Es decir, de nada sirvieron los 220 mil millones de pesos extras recaudados, o más bien sirvieron, pero para que el gobierno engordara más.

Y aunque el Presidente Peña sostiene que no habrá nuevos impuestos ni aumentos, para el 2016, y la misma fórmula la repetirán después los gobernadores de las 32 entidades y los alcaldes de los más de dos mil 400 municipios del país, la realidad es que en el 2016 los mexicanos vamos a pagar más tenencia, más por la licencia de conducir, más impuesto predial, más por el pago de derechos y aprovechamientos, más por las actas de nacimiento, más por las licencias federales de conducir y en general por cualquier pago que tengamos que hacer ante la federación, el estado y el municipio. Y es que el pago de impuestos, derechos, aprovechamientos, se foja en salarios mínimos y cuando este sube, automáticamente pagamos más por recibir esos servicios.

No hay la menor duda de que el 2016 será un año difícil para los mexicanos, sobre todo para los más pobres. Todos tendremos que hacerle una nueva perforación al cinturón y lo menos que podemos esperar es que las autoridades de los tres niveles compartan esta austeridad, pero no de dientes para afuera, que sea de a verdad, porque luego resulta que la austeridad solo se aplica en el papel, pero en la práctica sigue el despilfarro.

Y pensar que cuando se aprobaron las reformas estructurales en el 2013 y 2014 el propio gobierno federal había anticipado que el 2014 y 2015 sería de lento crecimiento, en el 2016 sería de mayor rapidez y a partir del 2017 vendrían tasas de crecimiento por encima del 5 por ciento y hasta niveles del 7 por ciento. Todo fue una ilusión.

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