VEO A LUIS DONALDO COLOSIO CON HAMBRE Y SED DE JUSTICIA
Han pasado veinte años, que se cumplirán el próximo domingo, del asesinato, cobarde y estúpido, de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI a la Presidencia de la República, asesinato que marcó a un país, a una familia, a unos hijos. Algo muy similar a los que vivimos en Tamaulipas aquel 28 de junio de 2010, cuando manos criminales cegaron la vida de Rodolfo Torre Cantú. Y al igual que en Tamaulipas, los mexicanos sentimos que con la muerte de Colosio aún no se hace justicia.
A partir de ese 23 de marzo de 1994, Mario Aburto, el que dicen que fue el asesino de Colosio, sirvió sólo como referente de la teoría del asesino solitario, teoría que sigue sin creerse hasta la fecha.
Las condiciones de la candidatura de Luis Donaldo Colosio fueron complicadas desde el principio, con el enojo y berrinche de Manuel Camacho Solís, la noche misma del “destape” el 28 de noviembre de 1993, por no haber sido él el beneficiario de la decisión del fiel de la balanza. Después, el alzamiento zapatista del primero de enero de 1994 vino a enrarecer aún más el ambiente político, económico y social del país.
A lo largo de los primeros meses de 1994, era común escuchar en Radio Pasillo la versión de la inminente renuncia de Colosio Murrieta a la candidatura del PRI. Además, se escuchaban voces que insistían en que “ya pronto van a enfermar al candidato”.
Se ha hablado mucho de Luis Donaldo Colosio, el hijo de la cultura del esfuerzo y no del privilegio. Colosio Inició en 1967 sus estudios profesionales en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, obteniendo el título de licenciado en economía en 1972. Asimismo, el sonorense cursó estudios de maestría en desarrollo rural y economía urbana, entre 1975 y 1976 en la Universidad de Pensilvania y, en 1979, realizó una estancia de investigación en IIASA, en Luxenburg, Austria.
Antes de involucrarse en la política, Luis Donaldo se desempeñó como profesor en varias instituciones reconocidas en el país, entre ellas el Colegio de México y la Universidad Anáhuac, en donde conoció a su esposa, Diana Laura Riojas, con quien Donaldo procreó dos hijos: Luis Donaldo y Mariana.
En lo político, Colosio ingresó al Partido Revolucionario Institucional en 1968, siendo electo diputado federal en 1985 y posteriormente senador en 1988. Fue presidente nacional del PRI de 1988 a 1992. Durante su gestión, el PRI reconoció por primera vez una derrota en una elección de gobernador, en Baja California en 1989, primera gubernatura ganada por el Partido Acción Nacional, en la figura de Ernesto Rufo Appel.
Luis Donaldo Colosio fue invitado al gabinete por el presidente Carlos Salinas de Gortari, el 13 de abril de 1992, convirtiéndolo en Secretario de Desarrollo Social, en sustitución del candidato a gobernador de Veracruz, Patricio Chirinos Calero. Colosio fue precandidato a la Presidencia para suceder a Salinas junto con Pedro Aspe Armella, a la sazón Secretario de Hacienda y Manuel Camacho Solís, entonces Jefe del Departamento del Distrito Federal.
El punto de quiebre de Colosio y Salinas se dio en la ceremonia del aniversario del PRI el 6 de marzo de 1994, en el Monumento a la Revolución. Ahí, Luis Donaldo Colosio se refirió a los problemas pendientes. Habló de no querer ni concesiones al margen de los votos ni votos al margen de la ley; habló de las comunidades indígenas que no pueden esperar más a las exigencias de justicia, de dignidad de progreso; habló del campo empobrecido y endeudado; habló de los trabajadores que no encuentran los empleos ni los salarios que demandan; habló de los jóvenes que enfrentan todos los días la difícil realidad de la falta de empleo; habló de las mujeres que aún no cuentan con las oportunidades que les pertenecen; habló del México con hambre y sed de justicia; habló de la gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla; habló de la hora del gran combate a la desigualdad; habló de la hora de cerrarle el paso al influyentismo, a la corrupción y a la impunidad! Colosio describió la visión de país que quería construir.
“Sabemos que el origen de muchos de nuestros males se encuentra en una excesiva concentración del poder. Concentración del poder que da lugar a decisiones equivocadas; al monopolio de iniciativas; a los abusos, a los excesos. Reformar el poder significa un presidencialismo sujeto estrictamente a los límites constitucionales de su origen republicano y democrático. Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales. Con firmeza, convicción y plena confianza, declaro: ¡Quiero ser Presidente de México para encabezar esta nueva etapa de cambio en México!”
Con sus palabras, Colosio revivió una campaña que nació muerta por el alzamiento zapatista y el protagonismo del poder. En esa conmemoración del PRI, Colosio logró entusiasmar a miles de mexicanos aburridos de las loas de los eventos “oficiales del PRI”. El discurso de Colosio modificó a un desgastado sistema político, haciendo creer a los jóvenes en un México de oportunidades. Y para allá hubiéramos llegado si las balas del odio y el rencor no hubieran cegado la vida del sonorense.
La tarde del 23 de marzo en Lomas Taurinas, Tijuana, pasó lo que sabemos o lo que creemos, o la versión que nos dijeron era la buena. En un par de horas los hechos pasaron de la versión de una herida por golpe en la cabeza a Colosio al asesinato por bala. Y con ello, el país se quedó paralizado ante lo que no debiera ocurrir en una nación de avanzada, en una democracia.
Durante sus funerales, en su natal Magdalena de Kino, Sonora, su esposa Diana Laura Riojas pronunció un fuerte discurso que cimbró a la clase política nacional y a la sociedad mexicana:
“Las balas del odio, del rencor y de la cobardía, interrumpieron la vida de Luis Donaldo. Dieron fin abrupto a su existencia, pero no a las ideas por las que luchó. La Patria ganó con la entrega, dedicación y empeño de este gran mexicano. Tenía una profunda vocación humanista. Él decía que en el centro de todos nuestros afanes, de todos nuestros esfuerzos, están el hombre, su bienestar y sus libertades.
Su gran aspiración fue contribuir a la fortaleza de la Nación, y siempre pensó que la democracia y la justicia eran los caminos para defender nuestra soberanía. Él quería que cada mexicano tuviera el disfrute de las más amplias libertades. Pensaba que no hay dignidad sin libertades, y que éstas sólo se expresan cabalmente cuando el hombre puede decidir entre opciones, puede elegir y escoger su propio camino.
Él quería un México más justo. Le ofendía y le lastimaba la pobreza. Creía que los abismos de desigualdad dividen a la Nación. El creyó que tenía las respuestas para esta Nación con hambre y sed de justicia.
Por eso él quería ser Presidente de México. Él quería un cambio para México, pero un cambio con responsabilidad y rumbo. Que no echáramos por la borda lo que con tanto sacrificio hemos logrado, y un futuro claro de menor desigualdad y de más oportunidades. Luis Donaldo quería un futuro de paz y concordia. Quería un solo México. Sin divisiones, sin violencia, sin rencores entre hermanos.”.
Hoy México requiere y exige justicia en el caso de Luis Donaldo Colosio Murrieta, el hombre que sería Presidente de México de 1994 a 2000, entre muchos otros casos incluido el de Rodolfo Torre Cantú. ¿Qué hubiera pasado si Colosio hubiera vivido? ¿México hoy sería mejor? ¿Tendríamos un país de leyes? ¿Seríamos más democráticos en México? ¿Ya hubiéramos superado la pobreza tan lacerante que hoy vive nuestro país? ¿Algún día sabremos con lujo de detalle que pasó aquella tarde del 23 de marzo en Lomas Taurinas? ¿El homicidio de Luis Donaldo Colosio fue responsabilidad de la nomenklatura priísta? Sólo son preguntas que quedarán en el aire, por desgracia, en el aire ante la falta de respuestas.
Y los grandes magnicidios de la historia siempre quedan ocultos y no sólo en México. Ahí está el caso del Presidente Kennedy en los Estados Unidos, claro, junto a Colosio y Torre en México. Ojalá y algún día se sepa la verdad en cada uno de los casos y cada uno de los personajes podrá, al fin, descansar en paz.
PD. 1. ¿Será cierto como dicen que el enfrentamiento entre Leticia Salazar Vázquez y el Delegado Federal de la SEDESOL Edgar Melhem Salinas podría llegar a niveles insospechados de estrategias y descalificaciones? Porque ya hay una protesta formal de la alcaldesa de Matamoros porque dice que el riobravense la trata muy mal, nada que ver con el trato que un caballero debe dispensar a una dama. ¿Será? Por lo pronto, Leticia también pidió al Jefe del Ejecutivo Estatal “jalar las orejas” a otros funcionarios “no caballeros” que dice ella rondan por la administración estatal. Lo que sería interesante es que la paisana de Rigo Tovar de nombres, nombres y más nombres.
Es todo por hoy en el Hipódromo. Cualquier comentario será bien recibido en carlos.cortesg@hotmail.com