Móviles incómodos
Maremágnum
Mario Vargas Suárez
El título de la presente columna no se refiere al tamaño de los teléfonos móviles, de su costo o de la deficiencia en el servicio de la comunicación. Esos son tema muy aparte y que requieren de un sustento que respalde esa información.
La idea de esta columna nace por el uso indiscriminado de esto aparatos que hasta en pagos semanales, quincenales o mensuales los adquieren en mueblerías, tiendas de conveniencia y hasta en los Oxos.
Pese a todas las calamidades que se puedan generar por el mal uso del teléfono móvil, es claro que se han impuesto como moda, más que por necesidad y hay usuarios de este tipo de telefonía que juran y perjuran ‘son indispensables en estos tiempos’.
Desconozco si hay datos precisos sobre las inversiones globales que ha generado la compra-venta de estos aparatitos, tampoco encontré datos sobre el movimiento financiero que han generado el uso de la línea, más el internet.
Sin embargo es altamente sorprendente ver los miles de pesos que los jóvenes y adultos gastan por la adquisición de estos aparatos, más la renta de la línea y del internet.
Para colmo los propietarios de estos aparatitos no utilizan por lo menos el 50% de las aplicaciones o programas que estas cajitas de la comunicación traen.
Me atrevo a aventurar que un alto porcentaje de usuarios de teléfonos móviles desconocen el vocabulario de esta tecnología.
Existen fuentes que aseguran que 4 de cada 5 mexicanos cuentan con una línea telefónica -prepago o contrato- y no existen datos referidos a la clase social de los propietarios.
«Lucía es la empleada doméstica a quien ya se le dijo que no se distraiga de sus labores con mensajes o llamadas del celular… ella es feliz con escuchando la música de su Black Berry y no se concreta en lo que hace…» afirma la señora Dolores Peña de Gatica en un correo de texto enviado a este buzón.
Los maestros también se quejan de que sus alumnos constantemente están distraídos por el uso del celular en el aula. Sin embargo, poco son los educadores que limitan o hasta prohíben su uso.
«…he tenido que recoger los celulares a los alumnos porque les he sorprendido enviando mensajes en mi clase.» expresó el profesor universitario Roberto Manzur Coronado.
Sin embargo, hay necesidad de reconocer que hay profesores de todos los niveles de la educación, que prefieren hacer caso omiso del mal uso del distractor pedagógico y seguir con su clase.
En un sinnúmero de universidades está prohibido no solo el uso, sino la introducción de teléfonos móviles. En concreto, en la universidad de Nueva York un ingenioso de los negocios, diseñó y armó un vehículo automotriz como «Pensión de Celulares», con la idea de dejar ahí los aparatos móviles, a cambio de un dólar diario.
El mal uso de la telefonía móvil ha llegado a las iglesias, templos o lugares donde se practican actividades religiosas y es hasta molesto que en plena misa o acto religioso suene el incómodo celular.
En este sentido los mismos sacerdotes hacen la recomendación de que apaguen su teléfono celular o lo pongan en vibrador… pero algunos feligreses hacen caso omiso y nunca falta que la melodía de corrido altamente bailable, suene libremente y peor… cuando la persona contesta y dialoga con ‘voz en cuello’.
Otro escenario incómodo para los usuarios de la telefonía móvil son los velorios y más en el momento que el escandaloso e incómodo timbre suena y toda la gente voltea a ver al ‘mal educado’
La interrupción de una conferencia, de un evento académico, por una llamada telefónica, no solo habla de la falta de educación del usuario de la telefonía móvil, sino que habla mal del lugar, del contexto en que sucedieron los hechos.
Finalmente le comento que las autoridades escolares, desde la universidad hasta las escuelas primarias, debieran prohibir el uso de la telefonía celular y/o aparatos móviles de comunicación, considerados altamente contaminantes del proceso educativo.
Comentarios: mario.vargas@starmedia.com