CENA DE NEGROS
Marco A. Vázquez
Sábado de gloria para el presidente de la República Enrique Peña Nieto, por fin cayó carnita, de esa que se puede pasear de boca en boca o de intelecto en intelecto y no habrá manera que alguien la desprecie, que alguna persona sienta que no es de la mejor.
Atraparon a Joaquín Guzmán Loera, mejor conocido como El Chapo, a ese que Forbes tenía ubicado como uno de los hombres más ricos del planeta con una fortuna superior a los mil millones de dólares producto de introducir el 25 por ciento de las drogas que se consumen en los Estados Unidos.
No solo era eso,, algunas revistas especializadas en poder, universidades, institutos y organismos privados ubicaban a El Chapo como uno de los 50 hombres más poderosos del planeta, lo buscaban las autoridades de Estados Unidos y ofrecían una recompensa de 5 millones de dólares, en México el premio por entregarlo era de 30 millones de pesos, y en varias partes del mundo se ofrecía dinero por su cabeza.
La cereza en el pastel eran las palabras de sus “cazadores” mexicanos que lo calificaban como uno de los hombres “más inteligentes, con mayor sentido empresarial, y con suficiente capacidad mental para seguir amasando poder y dinero en el negocio sucio”.
Entonces el gobierno de Enrique Peña Nieto se colocó esa medalla en el pecho, lo atrapó (que feliz coincidencia si es que estas pueden pasar en la política) como lo hizo en 1993 el gobierno de Carlos Salinas de Gortarí que lo persiguió hasta Guatemala.
El caso es que cayó El Chapo, noticia tan rimbombante como cuando se atrapo a Rafael Caro Quintero, a Don Neto, a los Beltrán Leyva, El Señor de los Cielos, y muchos y mucho otros más que han dibujado los gobernantes en turno como los número uno en la comisión de delitos, los capos de todos los capos, los jefes de jefes, los más felones, los más inteligentes, los pilares de los carteles de droga, y por lo tanto se aseguraba que a partir de la captura de los mismos disminuiría la violencia y el tráfico de estupefacientes.
A eso vamos, a que la captura de El Chapo Guzmán no pasará de ser un golpe mediático, no reducirá la violencia, y menos el trafico de drogas o cualquier otro problema que ahora se atraviesa.
La experiencia, por otros casos similares, dice en nada se contribuye a conseguir la paz, el estado de derecho y el orden con atrapar a tanto delincuente, ni a los jefes de los mismos porque siempre son sustituidos por otros peores o más tranquilos que ellos, pero con el mismo objetivo, hoy mismo ya se habla un sucesor de El Chapo.
La experiencia, también dice, que a medida que ha crecido la pobreza, la corrupción, la impunidad, es como se ha ido creando este entorno de violencia que vive México, por lo tanto, de poco o nada servirá que se sigan atrapando delincuentes si no se atacan los problemas que originan este clima, hablamos, le repito, de pobreza, de una educación mediocre, de malos servicios de salud, de una procuración y administración de justicia que esta por los suelos, para llorar, eso más muchas cosas más, vamos, ¿cómo no habrá delincuentes o carne de delincuentes si existen más de 55 millones de personas que no comen tres veces al día por falta de dinero?, no hay forma de evitarlo.
Si, es bueno que capturen a estas personas, a los que ellos llaman delincuentes más buscados, pero nada para aplaudir, ni siquiera para hacer todo un escándalo mediático y festejar como si de la noche a la mañana, o por la pura acción de detenerlos, se devolverá la paz, generaran empleos, eliminarán la pobreza, la corrupción y la impunidad,y no, nada de eso pasará por más sueños de que tengamos los mexicanos de que eso ocurra.
El trabajo, señoras y señores del gobierno, es más de fondo, se requiere ir eliminando la corrupción, ir generando empleos, acabar con la pobreza, mejorar la educación, hacer crecer a los niños y niñas en valores, y para eso falta un mundo, si, qué bueno que atraparon a El Chapo, pero no es para felicitarlos, es su tarea, como también es su tarea corregir toda la desigualdad y los problemas sociales que existen, nomás para empezar.
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