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El tigre de Santa Julia

pacto por mexico

CENA DE NEGROS

Marco A. Vázquez

El tigre de Santa Julia…

El agresivo gasolinazo del fin de semana, que se suma a cinco anteriores con las mismas características, más el incremento a las tarifas de electricidad y la morosidad del gobierno federal para responder a las necesidades del pueblo, hacen ver el Pacto por México como una cortina de humo más que un acuerdo en beneficio del país.

El Pacto, desde luego, ha arrojado resultados más que sorprendentes en los primeros meses de este gobierno, se han llegado a acuerdos en materia de educación, desarrollo económico, seguridad pública y otros, y es que se han despojado de la politiquería quienes forman parte del Congreso de la Unión y el gobierno y así se tienen avances más que significativos.

Igualmente hoy se presenta la primera parte de la reforma financiera, la que no tiene nada que ver con los nuevos impuestos o con la nueva forma en que habrán de saquear los gobernantes a la clase trabajadora, no, lo de mañana es lo bonito, como el regular tasas de interés, frenar la voracidad de los bancos y, además, fomentar el crédito y la respuesta rápida a proyectos que valgan la pena.

Y sin embargo, le repito, ese Pacto parece una figura decorativa porque cuando se trata de someter a los más jodidos, al pueblo, nadie dice nada, el PAN y el PRD se quedan callados por los aumentos a los energéticos, es más, hasta parecen alegrarse de ello, mientras quienes seguimos pagando los platos rotos somos los de a pie, los que ni siquiera tienen un auto pero que les llega el gasolinazo en forma de aumento en los productos de la canasta básica.

De entrada la civilidad es buena, pero resulta poco entendible que se tengan que firmar acuerdos en un país con tantos políticos, con tantos personajes que se disfrazan de buenos durante las campañas en busca del voto y que supuestamente buscan el bien común, me explico, resulta incongruente que se tengan que rubricar Pactos para cumplir con un deber, o todavía peor, para que se tenga que cumplir la ley.

Más aún, es para llorar que los partidos políticos condicionen a los ciudadanos su buena voluntad, o que jueguen a los indignados y se alejen de los acuerdos nomás porque no les va bien en materia electoral o, presuntamente, les están robando votos al comprarlos con dinero público.

Todavía más triste la situación cuando el gobierno, el federal de Enrique Peña nieto y el estatal de César Duarte en Veracruz, cesen a funcionarios públicos al reconocer que estaban comprando votos con dinero público y no se sepa nada sobre un presunto juicio penal a los mismos y en forma sospechosa todos sigan jugando a los Pactos, según ellos, porque el gobierno prometió ya no volverlo a hacer.

Le repito, todo parece una simulación y realizada por expertos, por personajes que les importa muy poco el pueblo, que le regatean cualquier beneficio como si lo estuvieran pagando de su bolsa o que le matan esperanzas nomás por un berrinche o en la búsqueda de votos en cada elección.

Por eso es que este México no avanza, porque los políticos no tienen llenadera y porque nunca se ponen de acuerdo cuando se trata de buscar el bien común pero no dudan ni poquito para aumentarse sueldos, compensaciones o entregarse bonos de salida, esto, en el caso de los dirigentes partidistas, sus Diputados Federales y sus Senadores.

Lamentablemente no hay más que apoyar ese Pacto, aplaudir las cosas buenas que han salido del mismo y hacer votos porque los partidos, sus legisladores, y el gobierno federal, en realidad busquen acuerdos en beneficio del pueblo y se pongan de acuerdo en lo esencial.

Es muy fácil, por ejemplo, que se proponga una reforma educativa cuando se es enemigo del SNTE y de la CNTE, o cuando la mayoría de los legisladores odian ambas figuras, pero veremos quien se atreve a promover una reforma seria en telecomunicaciones, o quien carga con la reforma fiscal y hacendaria que se tendrá que realizar en el segundo semestre de este año, ya cuando pasen las elecciones y en nada afecte el resultado de la misma.

Los partidos y sus legisladores, están como aquellos hombres y mujeres que aparecen en la película El Tigre de Santa Julia, ahí, mientras un personaje lee el periódico e informa que todos los pobladores han firmado un pacto para proteger al actor principal de la trama todos se voltean con recelo y estaban a punto de reclamar la mentira cuando el lector grita el siguiente párrafo “y en el estipula que quien denuncie al tigre pagará con su vida la osadía”, en ese instante, todos vuelven sus miradas al narrador y dicen a voz de cuello… “pues que bueno que firmamos el pacto”.

Y si, así están los partidos y sus legisladores que forman parte del Pacto, regresan a la simulación cuando ven en riesgo sus prerrogativas o quien sabe que favores, o por lo menos esa impresión dan cuando se quedan tan calladitos ante el abuso del que es objeto el pueblo de México con los gasolinazos, el aumento a la electricidad y los nulos resultados en otros ámbitos.

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