Política

La Comuna

Los tiempos del Calabazo Villegas

José Ángel Solorio Martínez

La emergencia del lopezobradorismo como fuerza hegemónica en la frontera norte de Tamaulipas, muchos liderazgos micro-regionales quedaron hechos polvo. En Matamoros, Lety Salazar y socios –Luis Biasi, entre el más relevante –, los restos del afluente de Tomás Yarrington que huérfanos con su encarcelamiento, se fragmentaron poniéndose a la sombra de diversas opciones.
En Río Bravo, los residuos del guajardismo se pudrieron –Diego Guajardo, decidió irse a vivir a Mission, Texas, dejando en el desamparo a sus correligionarios – y la corriente que por buen tiempo lucró con la bandera de Izquierda –Miguel Almaraz –se fue al PAN en donde sigue en situación política agónica.
En Reynosa, Tamaulipas, fueron expulsados por el presupuesto desde grupúsculos como los capitaneados por el Betico Valdez y otro no menos diezmado, el de Oscar Luebbert, por la llegada de los makyiavélicos al poder.
En Nuevo Laredo, el retorno de los hermanos Cantú Rosas, dejó en estado de fragilidad a un panismo que dirigió con eficiencia –hasta que dejó la alcaldía, es decir: el presupuesto– el ex alcalde Enrique Rivas Cuéllar. Hoy, vive con un pie en la cárcel quien en el pasado fue un todopoderoso señor desde su poltrona azul.
¿Qué generó ese fenómeno?
Un elemento, –quizá el más importante– el factor oportunidad.
Mario López, el Calabazo Villegas, Maky Ortiz y su familia y los Cantú Rosas, saltaron al barco de la IV T en el momento oportuno. En tanto otros actores políticos titubearon ante el proyecto del lopezobradorismo, ellos osadamente tomaron la –en esos tiempos– riesgosa decisión.
Esas circunstancias, dejaron solo y su alma en los asuntos del liderazgo local, al alcalde riobravense, Héctor Calabazo Villegas.
Diego, confiando en la energía social que por muchos años lo acompañó dejó a seguidores en el pueblo y se marchó a vivir plácidamente en su mansión de Texas. Lo hizo como siempre lo ha hecho: deleitarse con los beneficios del primer mundo en tiempos no electorales, y regresando en tiempos de candidaturas.
Esta vez no le funcionó.
Villegas, le ganó desde el momento en que aceptó la candidatura a la diputación federal de mayoría en el distrito con cabecera en Río Bravo. La curul le dio potencia y posicionamiento en el municipio. Guajardo, aunque lo intentó, no pudo desbancar a un legislador que hizo fe obradorista desde el Congreso de la Unión.
Fue ese el inicio de la conversión de el jefe edilicio riobravense, en el representante de MORENA en una ciudad de intrincados liderazgos y representaciones.
La mano de José Ramón Gómez (JR) quien quiso influir en la postulación del candidato con la fuerza de la Súper delegación que dirigía, falló en su intento. Esta eventualidad, amacizó a Villegas en el pueblo al frenar que la candidatura a la alcaldía fuera determinada por actores externos –reynosenses– a la ciudad.
Otro elemento aplastado por la aparición del Calabazo como actor político dominante en Río Bravo, fue el dirigente ex perredista y en estos momentos panista, Miguel Almaraz. Coqueteó en un principio con MORENA; le faltó osadía política. El brillo de las monedas, le hizo acogerse al PAN. Sumó a sus escasos seguidores al candidato panista y sigue apostando erráticamente.
Otra víctima del reacomodo de fuerzas riobravenses, es el ex alcalde Carlos Ulivarri. Distanciado del PAN que lo llevó a la alcaldía, perdió todo atractivo social al momento de abandonar palacio municipal. No se ha ido para USA –como varios de ex alcaldes del pueblo– por una razón: no pasa por el puente, por tener ciertas cuentas pendientes con el gobierno norteamericano.
Al mismo tiempo, el ascenso de la estrella del Calabazo, apagó las ilusiones de decenas de pequeños actores políticos que cada campaña electoral salen a la pepena. Algunos de ellos, actuaron como candidatos independientes para vender sus derrotas y sus apaciguamientos con el ganador.
Hasta el grupo de Edgar Melhem, resultó dañado. Es apenas un puñado de escombros, que apuesta a revivir con el triunfo del Truco Verástegui.
Como se ve, en suelo riobravense: son los tiempos del Calabazo.

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