Opinión con sentido

Santa Lucía ‘en manos de Lutero’

CARLOS MARÍN

El hecho de que lo suyo lo suyo sea la ingeniería mecánica no exime al secretario federal de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú, de ignorar nociones elementales de ingeniería civil, o peor: carecer del más elemental sentido común, como lo corroboran estas palabras que dijo ayer: “Preservar el aeropuerto de Texcoco es una barbaridad, no sirve para nada”. Lo que de nada sirvió fue su paso por esa misma dependencia como subsecretario designado por Miguel de la Madrid (a quien el régimen al que hoy sirve atribuye haber iniciado, con el neoliberalismo, los 36 años de la peor etapa en la historia mexicana), como tampoco haber sido, por voluntad de Carlos Salinas de Gortari, subdirector comercial de Petróleos Mexicanos, para aprender a valorar una colosal obra pública inconclusa de clase mundial como la que, suspendida cuando estaba construida la tercera parte, quisiera desaparecer. Ante la resolución judicial (debatible aún en tribunales) que avala el remiendo civil a la base militar aérea de Santa Lucía y que ordena dejar como está lo que se construyó en Texcoco, es oportuno recordar que la insensatez de suspender la obra ideada por los prestigiosos arquitectos Norman Foster y Fernando Romero está hoy en manos del agrónomo Sergio Samaniego Huerta, quien con su anterior jefe, José María Riobóo, publicó en 2017 el folleto Sistema Aeroportuario del Valle de México, donde se afirma que es viable la operación “coordinada” del aeropuerto internacional de Ciudad de México y el campechano militar y civil de Santa Lucía.

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