Homero, el hijo predilecto, vuelve a la carga…
ESCENARIO POLÍTICO
Por Marco Antonio Torres De León
Hablar con el alcalde Pablo González León fue confirmar lo que ya sabíamos, su formación política es plena, al máximo.
Y sin ánimo de perturbar el alma diáfana de nadie, mucho menos de sus malquerientes, parécenos que el presidente municipal atraviesa por su momento más brillante, vive sus mejores días.
Brilla como estrella del firmamento siendo reconocido por propios y extraños.
Parecería que la clave está en su forma de ser. Un estilo sencillo, nada complicado, sin rodeos, sin actitudes falsas ni ambages, le cae bien a todo el mundo.
Eso le ha atraído simpatizantes, aun entre huestes enemigas.
No gratuitamente es uno de los alcaldes mejor calificados actualmente y con la mayor votación favorable en la historia del Mante, según datos oficiales.
Pese al poder que detenta, Pablo es de los que creen que a veces cediendo, ganas.
No siempre perder equivale a perder, sino a ganar. A la larga no restas amigos sino sumas.
Es también de los que piensan que los negativos, aglutinando a fuerzas contrarias en su equipo, se vuelven positivos.
Esta es su praxis. Hasta hoy, a un año de gobierno municipal, esta fórmula le da estupendos resultados.
Y es que en política hay que ser como los gatos, si caes del tejado, hay que caer pero parados, de pie, sin hueso roto alguno.
Pablo González vive su mejor momento, a un año de asumir la presidencia municipal del Mante.
Charlamos -tres periodistas y un servidor- con el alcalde y nos gustó la definición o descripción que hace sobre sí mismo.
‘Me gusta estar con los pies bien puestos en la tierra’ dijo de entrada.
‘No me gusta crecerme, sino pisar bien la tierra firme. Antes de empezar (mi gobierno) hablé con mi familia, le dije, quiero que sepan una cosa. Esto es pasajero, esto llega pero se acaba. A esto llegamos juntos y nos vamos a ir todos juntos, ok. Y quiero que cuando acabe, nos vayamos los que llegamos, y si por alguna razón no logramos sumar más amigos y aliados, al menos yo quiero irme con los mismos amigos con que empecé’.
Agregó: ‘Es caro el precio que se paga por estar aquí, gobernando. Me preparé para ser presidente, pero admito que ha sido difícil. He tenido que sacrificar muchas cosas, y una de ellas, la más difícil es el tiempo que le he quitado a mi familia.
Pues ‘antes que nada soy padre, tengo a mis hijos que están creciendo, y están en la edad más difícil, que es cuando más necesitan a sus padres’.
‘Creo que son ellos quienes han tenido que sacrificarse más, para que su papá este aquí, trabajando como presidente municipal’.
La charla se dio en términos de amabilidad y cortesía.
En resumen, nada qué ver con el Pablo Alberto de hace 2 años.
Esencialmente tampoco es el mismo Pablo González León que llegó a gobernar hace un año.
Es más maduro, más político, más entendido de la vida, más consciente de que es el hombre fuerte de su municipio. Y parece saber que si él baja la guardia, muchos anteproyectos favorables al Mante se irán a pique, al suelo.
Cuando se le pregunta si está preparado para todo, aun para ir al congreso, dice sin dudarlo: ‘sí, estoy preparado’.
La respuesta nos deja estupefactos a todos los oyentes, a cuatro columnistas.
Transcurren unos segundos, entre bromas y risas. Entre sorpresa contenida.
Y una vez que un periodista le pide rectifique su respuesta, o la aclare, contesta con parsimonia, sereno.
-‘Si claro, si estoy bien preparado para irme al congreso…pero al congreso nacional de charros. Yo sé que es en Jalisco, ¿verdad?’.
-Ja ja ja ja. (Se oyen risas nerviosas. Enseguida un chascarrillo, la distensión total).
‘Uff, -dice un periodista-, ya soñaba con llevar la noticia de ocho’.
-Ja ja ja ja. Tranquilos, tranquilos -dice el presidente-. Me estoy refiriendo al congreso de charros. No piensen mal’,
Esencialmente Pablo no ha modificado su forma de ser ni en la medida de un átomo, vamos, ni de un ápice.
Lo vemos en su estilo de vestir, la mezclilla, sus botas, sus camisas informales, su mirada directa.
Como alcalde bromea con medio mundo.
Le gusta inspirar confianza.
Es el mismo.
Es además, nos confirma, de los que creen que en política aun sufriendo derrotas, ganas.
Y por qué no, también al revés, hasta ganando pierdes.
El alcalde reafirma que los protocolos de seguridad que lo rodean lo agobian y abruman, y que es por esa razón que suele dejar su camioneta a la vuelta de la esquina, por la Ocampo, cuando va a tomar café a su cafetería. Detesta bajar de la camioneta oficial y ver a un séquito de guardias a su alrededor. Le desagrada.
Eso lo inquieta más, lo perturba más.
‘Prefiero caminar solo, ir a donde tenga que ir, pero solo’, dice.
Aunque está consciente que los protocolos son -en estos tiempos- muy necesarios pues así lo marca el indicativo de violencia del país.
Salimos de su oficina del palacio municipal una hora 20 minutos después de entrar.
No deja de recordarnos.
-Los espero en mi informe (martes 9 de septiembre). Vayan, quiero que me acompañen, nos recuerda antes de pedirle a Francisco Villanueva, el fotógrafo el favor: ‘Tómame una foto con ellos cuatro. Y se las mandas a sus correos por favor’.
En otro tema, HOMERO DE LA GARZA TAMEZ viene al Mante el lunes.
Viene a hacer intensos recorridos de trabajo, donde entregará de miles de beneficios en el parque Canoas. Se trata de una jornada extenuante.
Por su calidad de secretario de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) trae manga ancha para repartir apoyos y beneficios a nombre del gobierno del estado, sumando gente al listado general de beneficiarios. Y si aún le queda tiempo para repartir sonrisas, las da.
El de Homero de la Garza es uno de los nombres más citados para suceder en el cargo a EGIDIO TORRE CANTÚ.
De hecho es su delfín más visible.
Y aunque por angas o mangas columnistas lo bajen y lo suban al entarimado al mero antojo o capricho, parece que el dilecto preserva su calidad de hijo predilecto del patrón del rancho.
Y es que sobre él está aterrizando todo instructivo oficial que huele a repetición.
Repetir, repetir, repetir, es el verbo más deseado por la burocracia del mundo.
Como lo dijo el célebre don Cruz Martínez Treviño de la Garza, ‘Ni tan altas las trancas ni tan grande el brinco. Solo un méndigo brinquito’.
Así son las cosas en el poder, es cuestión de brincar. Un méndigo brinquito los separa del cielo.
Así pues, vistas así las cosas, en Homero de la Garza Tamez están puestas las esperanzas de una inmensa burocracia.
Como una solterona pone toda su esperanza en san Antonio a quien pone de cabeza, así ocurre en las nóminas de gobierno.
Por razones de demasiado brillo, Homero de la Garza tuvo que bajarle dos rayitas al encuadernado e hizo lo que los osos pardos en la Siberia, hibernó por meses.
Era necesario enfriar su imagen un poco para no llegar desgastado a la fase final.
Como dice la canción, ‘También me dijo un arriero, que no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar’.
Hay aspirantes que por desesperación gastan la pólvora que tienen a destiempo y acaban cansados, sucumbiendo, dando lástima y arrojando un penoso chisguete.
Sus carreras se acaban por tontos.
Como el consabido caso de Alejandro Guevara Cobos, quien en vista del éxito no obtenido recurrió –en el sexto distrito- a la frase de Westinghouse, quien dijo: ‘Ya mejor me retiro, pos ya qué chinga’os’.
Vio difuminado todo rayo de esperanza.
Quería repetir diputación federal más su proyecto se le cayó.
Enrique Peña Nieto no es tonto, quiere medir su poder sexenal real, lanzando políticos del PRI a las candidaturas a diputados federales de su tiempo, no momias del reciclaje.
Y la fórmula que usa Peña Nieto en estos casos es, ‘no quiero que quien ya fue manoseado en las urnas, vuelva a hacerlo. No deseo herencias malditas’.
Para la mala suerte de Alejandro Guevara Cobos, a él ya lo chupó el diablo dos veces. Y este es su caso.
Por su parte Pablo González León sigue estando fuerte, poderoso, listo para entrar como cuarto bat en plan de emergente.
Sería un candidato de lujo.
Rigoberto Rodríguez Rangel por su parte igual, avanza y espera que se repita el milagro que se dio cuando Rosalba de la Cruz Requena fue la presidenta del PRI, y de último momento fue llamada a ocupar la candidatura que la llevó a ser diputada federal.
Así pues los liderazgos regionales avalan a Pablo González León a diestra y siniestra.
Y es que la exigencia de las figuras locales es, ‘queremos un diputado federal que viva aquí, que cobre aquí, que consuma aquí lo que se gana. Queremos que camine por las calles de aquí. No un advenedizo que cobra millonadas en otras partes del país, incluso en Ciudad Victoria, y vienen aquí a escamotear y a limosnear una taza de café’.
En general, aunque no lo crean, este es el reclamo generalizado del PRI en el sexto distrito.
Y la verdad si el CEN del PRI o el PRI estatal de Tamaulipas quieren mandar a un advenedizo radicado lejos de aquí, deberá pensarlo.
En el pecado podría llevar la penitencia.
En ese sentido están descartados cuando menos tres: Rafael Méndez Salas, Javier Villareal Terán y Alejandro Guevara Cobos.
Las voces locales están dándose cuenta –al parecer- que su reclamo tiene fundamento.
Bien, por ahora es todo, en breve nos leeremos.