Política

Con Urbanidad

Por: Vicente Hernández

“Después del niño ahogado, tapan el pozo”
‹Refranero popular›

Esta cita viene a cuento en base a lo declarado por el ex consejero electoral del INE Marco Antonio Baños Martínez, en el sentido de que una de las alternativas para garantizar una verdadera democracia, es implementar el uso del voto electrónico, aunque esta alternativa (dicen algunos) despierta desconfianza sobre eventuales riesgos de manipulación y fraude.


Aunque otros panelistas del foro Parlamento Abierto sobre la Reforma Electoral, que dio inicio este martes, opinan que este sistema podría reducir costos, y eficientar el conteo en las próximas elecciones, aunque también se vislumbran diversos riesgos por desconocimiento del sistema, y aseguran que esta modalidad no estara funcionando para las elecciones del 2024.


Y reitero que viene a cuento, porque si este sistema ya se hubiese implementado desde hace años en la manera de llevar a cabo elecciones democráticas, los hechos bochornosos que se dieron en todo el territorio nacional con motivo de le elección de congresistas de Morena, hubiesen sido menos, que los que se dieron en esa cena de negros, que dieron en llamar “Fiesta cívica”.


Otro dicho dice: “Si tu padre fue un ajo, y tu madre una cebolla…como quieres oler bien” y la verdad es que las casillas de votación estuvieron colmadas de “chapulines” de todos los partidos, que como las ratas marineras, abandonan el barco cuando ven que este se está hundiendo, y en este evento abundaron los ex priistas.


Hace varias columnas, alguien me critico por el hecho de haber mencionado que leía a Cristina Pacheco en la revista Siempre, en un texto sobre mis primeras lecturas políticas de mis años de adolescencia, tachando a la citada revista como “Chayotera”, y en verdad no sé, ni me consta, que esta lo sea, pero mi afición por su lectura se lo cuento a continuación:


Esta revista fue la final de una trilogía de publicaciones que da inicio en 1937 con la revista “Hoy” un poco tiempo después “Mañana” y finalmente “Siempre” fundadas y dirigidas por uno de los mejores y más completos periodistas que ha dado México don José Pagés Llergo.


Fue en mis primeros años de juventud cuando empecé a leer “Siempre” junto a Jueves de Excélsior, “Sucesos” e “Impacto”, pero la que más me sedujo fue “Siempre” porque en ella Pagés Llergo le dio pluma libre a sus colaboradores sin importar su forma de pensar, así que bien se podía leer a Rico Galán, Vicente Lombardo Toledano de tendencia izquierdista, que a Don Nemesio García Naranjo quien fue muy conservador en sus textos histórico-literarios, Renato Leduc periodista, poeta y literato, Roberto Blanco Moheno, periodista y escritor autor de “Crónicas de la Revolución Mexicana” y “Un son que canta en el rio” que son tan solo dos de su vasto trabajo literario, Carlo Coccioli, Mario Moreno, Heberto Castillo, Luis Gutiérrez González, Luis Spota, Jacobo Zabludosky, y el inolvidable Francisco Martínez de la Vega, así como la invaluable Cristina Pacheco esposa del laureado poeta y escritor José Emilio Pacheco.
Y ya encarrerado en el tema de revistas de época, quien no recuerda la “Revista Tamaulipas” fundada y dirigida por los hermanos Silvio y José Ives Lattuada, impresa en Tampico y con circulación nacional e internacional, debido a su edición del Álbum Grafico del Ciclón “Hilda” de 1955, en la que podíamos leer artículos, entrevistas, notas de sociales, deportivas y artículos de Alfonso Guzmán Neyra, del Licenciado José Ángel Ferral, la señora Consuelo Alejo de Díaz, y desde luego de mi gran amigo el periodista Víctor Palacios Azua, y como colaboradores gráficos Armando Meyember “Limonta” y el gran Jesús García Ahumada “El Garaballo” entre otros no menos importantes integrantes de esta revista.


Fue en 1969 o quizás en el 70 cuando mi amiga Ana María Gallegos Meléndez y yo, le solicitamos a don Silvio Lattuada un espacio en su revista, el cual generosamente nos lo concedió, y mi primera colaboración fue un pequeño texto titulado “Las razones de Juan Pueblo”, la segunda ya no me la publicaron (quizás por mala) así que ofendido por tan grave (según yo) afrenta a mi incipiente talento periodístico, seguí de aprendiz de reportero gráfico pegándomele como chinche y acomidiéndome a cargarle la cámara a mi amigo el ya fallecido Ernesto Hirimaldo Ramírez, por aquel entonces jefe de reporteros gráficos del Sol de Tampico, en cuanto a mi amiga Ana María siguió colaborando con notas y entrevistas por una corta temporada en la revista.


Desde entonces a la fecha ya corrieron ríos de tinta y kilómetros de papel, pero los recuerdos de aquellas lecturas siguen suspendidos en nuestras memorias.


Y antes de que no recuerde como despedirme “Voy por otras y me regreso”

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