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¿QUIÉN DEFIENDE A LA PRENSA?; SIN FILTROS, POR: BRENDA RAMOS.

A pesar de existir un sin número de organizaciones que se dicen defensoras de los derechos humanos y la libertad de expresión, incluso aunque en México existe la Fiscalía Especializada para la atención de delitos cometidos contra la libertad de expresión, los abusos y asesinatos cometidos contra nuestros compañeros periodistas no terminan.

Sin haber terminado el mes de enero, con el asesinato de la periodista Lourdes Maldonado López en Tijuana, Baja Califonia, suman tres casos en el país, los otros dos corresponden a Margarito Martínez Esquivel fotoperiodista también de Baja California asesinado frente a su casa el 17 de enero; Martínez era de los pocos que cubría la nota roja en esta ciudad, sobre todo en una de las colonias más violentas del país: la Sánchez Taboada.

El caso del periodista Jose Luis Gamboa Arenas, fue el primero de este año en el estado de Veracruz catalogado como el más peligroso de México para ejercer esta profesión; el director general de Inforegio fue privado de su vida el 10 de enero a puñaladas y las desafortunadas declaraciones para este crimen por parte de la CEAPP y su Secretario Ejecutivo, Israel Hernández señalaron que la Fiscalía General del Estado será la encargada de determinar si el homicidio está relacionado con su ejercicio profesional o no.

PERIODISMO VALIENTE


De nuevo nuestro país va por el camino a encabezar la lista de periodistas asesinados en el mundo, Una cifra dramática tratándose de un país “en paz” dice la ONG. Lo peor de todo es que la mayoría de estos asesinatos y violencia quedan impunes; como consecuencia son pocos los periodistas que aún se atreven a investigar e informar la manera en que los gobernantes, políticos y servidores públicos se manejan, mientras que las instituciones y la misma autoridad prefieren mirar hacia otro lado.

La autoridad se vuelve muda, y con violencia pretenden poner bozal también a la prensa, por ser el gran verdugo contra la corrupción. Este no es un atentado solo contra la libertad de expresión y contra la democracia, es un atentado contra la seguridad y la vida de los periodistas.

ESTAMOS SOLOS


Al ser quienes criticamos al gobierno y descubrimos sus engaños, crímenes, e ilegalidades y los exponemos ante la sociedad, nos hemos convertido en un peligro y amenaza para ellos, por lo que cuando ocurre un acto de violencia o asesinato a algún periodista, las autoridades que juraron servir y protegernos asi como los actores políticos se lavan las manos.

“Un problema menos” piensan, “A ver si así aprenden”, “Eso les pasa por chismosos”, “Muy valientes y luego andan llorando” son los comentarios que se escuchan de quienes no toleran a los periodistas, replicados después en redes sociales mediante perfiles falsos, puesto que, a diferencia de los periodistas, no se atreven a decir las cosas de frente.

No se puede ni contar ni confiar en la autoridad, las denuncias cuando logran ser interpuestas ya que muchas veces se intimida al agredido para que no lleve a cabo el proceso, se estancan, se archivan, se pierden, se olvidan; los denunciados hacen uso de todo su dinero y su poder para salir impunes, muchas veces lanzando una guerra de desprestigio y amenazas contra el periodista.

EL CIERRE


Es por eso que, al sabernos sin el apoyo de las autoridades o asociaciones, somos nosotros quienes alzamos la voz por nuestros compañeros violentados y asesinados, exigimos justicia porque ellos ya no pueden. En todo México, reporteros, fotógrafos y comunicadores se están congregando para pedir al Gobierno que proteja la vida de los reporteros y el derecho a la información. Una veintena de Estados y más de 30 ciudades participarán en la protesta convocada tras los asesinatos de tres reporteros en lo que va de año.

Me despido de usted querido lector, con la siguiente frase: “Que no muera la libertad de expresión, porque con ella muere la democracia” y con mis condolencias por nuestros compañeros; no bajemos la voz ante lo sucedido, nunca sabremos cuando necesitaremos de una voz amiga cuando quieran silenciar la nuestra.

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