Política

La Makyavélica, el 2021 y el 2022 tamaulipecos

José Ángel Solorio Martínez

La decisión de sumar a MORENA a la familia Makiavélica en Reynosa, Tamaulipas, –independientemente de sus efectos al interior de ese partido movimiento–, trastoca la correlación de fuerzas en la entidad, al representar una de las desbandadas más nutridas del panismo regional en la búsqueda de reacomodo en otros nidos políticos. Sin duda: es una de las crisis más profundas y dolorosas –para los verdaderos panistas, que los hay– jamás vista en décadas. Muy lejos quedarán aquella cosecha récord de más de 700 mil votos en la elección de gobernador de hace cinco años. Y mucho más distante, en aquel año 2000 en que Vicente Fox, humilló al PRI y a la Izquierda en nuestro estado, llevándose la mayoría en la Presidencia y las diputaciones federales. Como hoy, no había liderazgos azules en el estado; pero como una monumental ola, desde el centro se vinieron las simpatías por un partido que se pensó encarnaba la saludable alternancia en la Presidencia y en muchas entidades. Este 2021, ni el fenómeno locomotora ni la ilusión de cambio vendrán en ayuda del PAN. Y menos, cuando las mediciones y encuestas reflejan una caída a plomo de las preferencias albiazules. El escurrimiento de los makiavélicos reynosenses al lopezobradorismo, es la fractura más debilitante y masiva, sólo equiparable a aquella diáspora de los priistas que en los años setentas que decidieron irse a fortalecer al Partido Autentico de la Revolución Mexicana (PARM) para incendiar el estado y poner al borde del derrumbe al gobernador Enrique Cárdenas González. Es más: ni siquiera la Corriente Democrática de Cuauhtémoc Cárdenas, impactó de tal magnitud al sistema de partidos en Tamaulipas, como la actual conducta política de la Makyavélica. (El cardenismo en el estado, sumó millares de votos en el sur tamaulipeco, pero estructuralmente centró su actividad en un municipio que se ganaba con apenas 20 mil votos; en Reynosa, el umbral electoral de la victoria, oscila entre los 120 y 150 mil sufragios; vara, que dejó en ese sitio justamente la doctora hoy morenista). Es decir: estamos hablando que Maky, su esposo y el hijazo de su vidaza, se van del panismo, conservadoramente con casi 70 mil votos. Por razones de aritmética política, hay que restarlos al PAN y sumarlos a la IV T. En otras palabras: MORENA estaría en los meridianos de una trilla electoral sólo en la frontera norte, de casi 300 mil votos. (Hay que sumar, Nuevo Laredo, Frontera Chica, Reynosa, Río Bravo y Matamoros). Más claro: los votos de la doctora y su familia, representarían casi la misma votación de MORENA en todo el sur del estado. Los efectos políticos del abandono del PAN de la Makyavélica, parecen ser más contundentes, comparados incluso, con el escenario de 1932 en que el Partido Socialista Fronterizo –conducido por Emilio Portes Gil– optó por enfrentar al callismo y a su partido en Tamaulipas. En esa coyuntura, el PSF, no le quitó ni una pluma al PNR. Hoy estamos hablando, de que ese sofocón puede dejar a punto turrón al panismo para el 2022. (Sería una desproporción, decir que gracias a Maky, MORENA ganaría la gubernatura el 2022; de ninguna manera: la configuración de la red de poder, indica eso desde antes que la alcaldesa se sumara al lopezobradorismo. Su asimilación, sólo dará más claridad a lo que ocurriría en la sucesión del próximo año). Faltan acuerdos finales para que Makyto, sea candidato. Es más: hasta puede caerse. Eso es secundario: la ruptura del PAN ya está en marcha. Y eso: es justo, lo que le dará sabor al caldo del 2021 y mucho sazón, a la barbacha del 2022.

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