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JR; Su estrecha relación con el exgobernador de Eugenio Hernández Flores

Por: Mauricio Fernández Díaz

Ciudad Victoria.- Ninguna tradición cívica refleja más la igualdad de los ciudadanos que las elecciones. Solamente en esto el rico y el pobre están a la par: el voto del magnate y del obrero valen lo mismo. Los candidatos necesitan acercarse a ambos para sumar, pero en un país tan injusto y poco solidario con el trabajador, como México, la mayoría de los electores son de clases populares. Ahí se meten los candidatos sagaces, los que buscan un mayor respaldo, pero no Juan Ramón Gómez Leal, el “JR”, abanderado de Morena. Él se va con las élites y los poderosos.

Vuelve a sorprendernos que un político identificado de izquierda se codee con los ricos y privilegiados. En esto López Obrador ha sido realmente congruente, pues en sus recorridos por la república elige la compañía de los más desfavorecidos. Quizás no deberíamos azorarnos tanto si pensamos que Gómez Leal proviene del conservadurismo y que el nombre de Morena le sirve de fachada para ocultar su verdadera naturaleza.

Porque la cabra siempre tira para el monte, y el JR no pudo resistir la tentación de ir a reunirse con la familia del exgobernador Eugenio Hernández Flores, en vez de darse una vuelta por los hospitales públicos, donde los enfermos sufren hasta la falta de aspirinas. Lo hizo en plena campaña proselitista, y por eso tiene un inocultable sentido político.

Posar con la familia Hernández Flores, sobrinos, primos y tíos parece querer congraciarse con los victorenses, donde los consideran “gente de bien” o “apellido influyente”. No vamos a prejuzgar a las personas fotografiadas con el candidato de Morena, pero si quieren utilizar el nombre del exmandatario para impresionar, la reacción puede ser la contraria.

Eugenio Hernández Flores, como hemos mencionado en este espacio, es requerido por el fiscal Kenneth Magidson, de Estados Unidos, para responder por diversos delitos relacionados con sobornos, delincuencia organizada y corrupción, según el expediente C-14-178-S.

A Geño y su cuñado, Oscar Gómez Guerra, los acusan de recibir 30 millones de dólares de un cartel de narcotraficantes. Si es culpable o no, eso lo debe resolver un juez, pero el fiscal Magidson ya tiene una gruesa carpeta de pruebas en su contra. Por eso reclama su presencia allá, pero el exgobernador sigue en México.

Hernández Flores está en la cárcel desde el 6 de octubre de 2017, acusado de operaciones con recursos de procedencia ilícita en la compra-venta de un terreno de mil 600 hectáreas. El Gobierno del retirado Francisco García Cabeza de Vaca le intentaba sumar otros delitos para evitar su liberación, pero los han sorteado casi todos mediante amparos. Incluso, a fines de 2022, anunciaron su inminente liberación. Sin embargo, como casi siempre que alguien da por “inminente” un acontecimiento, este nunca sucede.

Estados Unidos ha solicitado la extradición de Eugenio para someterlo a los tribunales, y esta es la espada en la piedra que la defensa del priista no ha podido arrancar, por más amparos que han ido ganando.

La administración de Hernández Flores fue el sexenio del terror narco, con secuestros, balaceras y desapariciones diarias. Quizás los victorenses, aunque no la mayoría, le tengan consideración al exgobernador y su familia, pero el resto de los tamaulipecos solo pueden recordarlo con vergüenza y rechazo.

En vista de los antecedentes, reunirse con la familia del exgobernador preso, en medio de una campaña a la senaduría, es un desatino que no será ignorado por la gente ni por la oposición. Ciertamente, José Ramón es un político verde como las peras, pero nadie se imaginó que correría a los brazos de los priistas como si se tratara de un acto meritorio.

Otra vez, JR pone de manifiesto su desprecio y desinterés por los morenistas, que son la verdadera base del movimiento y la línea de lucha contra el PAN y el PRI. De hecho, hay figuras de la 4T todavía en problemas judiciales debido a la persecución de Cabeza de Vaca. ¿Por qué no fue con ellos a tomarse la foto, a expresar su solidaridad, a hacer equipo?

Quizás Gómez Leal interpretó erróneamente la unión de Geño con Lucía Aimee Castillo, Gabriel de la Garza y el mismo Américo Villarreal, cuando estos formaban parte del gobierno 2004-2010. El hecho que ahora el doctor Villarreal sea el gobernador no significa que lo vaya a liberar ni, mucho menos, que le deba algo a Hernández Flores.

Lo único que salva a Gómez Leal de estas pifias es la apatía con la que se desarrolla la elección, prácticamente desconocida por los tamaulipecos; un grupúsculo menor es el único cercano a la campaña. Más aún, pueden ser los comicios de más baja participación en la historia de Tamaulipas; ni el 30 por ciento. En países donde se toma en serio la democracia, cuotas abajo de 35 por ciento se declaran inválidas, y se repiten las votaciones.

Con esas cifras de participación, con el desgano de las personas hacia la campaña, un candidato desabrido como José Ramón Gómez Leal es el reflejo normal de la sociedad que elegirá.

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