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EMILIO AZCARRAGA; EL TRISTE FINAL DE UNA TELENOVELA DE LA VIDA REAL

La fórmula del drama con final feliz que el abuelo Azcárraga le enseñó se le deshizo en las manos cuando está a punto de cumplir 50 años de edad. Emilio Azcárraga Jean se propuso contar historias de amor a través de Televisa, la empresa que heredó en tercera generación. Pero desde 2012, Televisa empezó a perder audiencia, así como ingresos por anunciantes. No pudo con Netflix, HBO o Youtube.

En paralelo, la aceptación de la gestión del Primer Mandatario se hundió hasta 10 por ciento en los peores meses. Pese a todo, Televisa continuó con telenovelas. Algunas escritas en los 40. Y el drama real, Azcárraga Jean lo tuvo que enfrentar tras bambalinas. Se vio orillado a cancelar contratos y desechar programas emblemáticos. Ayer renunció a la Dirección.

pena© SinEmbargo pena El 16 de abril de 1997, Emilio Azcárraga Jean, con 29 años, asumió la dirección de Televisa. Unas horas antes, su padre había muerto.

Era el único varón de cuatros hijos del tercer matrimonio de Emilio Azcárraga Milmo con Nadine Jean y siempre había dicho que dirigir la televisora era lo que menos deseaba para su vida. Aquel día, su expertisse se basaba en su carrera de Relaciones Industriales en la Universidad Iberoamericana y una Licenciatura en Marketing en el Ipade. Nada más.

Pero a 35 días de su llegada a la Dirección del consorcio se presentó en The Wall Street como una sorpresa. Mostró su plan 2000 con el que, según las crónicas, cautivó. El siglo cambió y durante los primeros años del 2000 desde la pantalla, se impuso su impronta, una fórmula que durante un tiempo le resultó infalible: el relato de antiguas historias de amor con final feliz. La misma que había tenido su abuelo, Milmo, “El Tigre” Azcárraga, pero en los 50 cuando la audiencia mexicana se plegó a la telenovela “Gutierritos”.

Ahí estaba Emilio Azcárraga Jean, el personaje a quien el politólogo Lorenzo Meyer describió como “El Príncipe idiota que resultó no ser tan idiota”. El hombre que en menos de una década había logrado un poderío sin precedentes. Ni su abuelo ni su padre lo tuvieron. Televisa llegó a operar cuatro canales de televisión abierta, producir 24 marcas de televisión de paga en México y el mundo, tener una participación mayoritaria en Sky; adueñar Cablevisión y Megacable, tener participación en W Radio y colaborar con Grupo Prisa, poseer el club de futbol Las Águilas del América, administrar decenas de revistas, contar con una participación importante en Ocesa y una participación accionaria de Grupo Iusacell. En Estados Unidos, era dueña del 38 por ciento de Univisión.

Esa era Televisa antes de que en 2011, el Gobernador del Estado de México, Enrique Peña Nieto, decidiera postularse a la Presidencia de la República por el Partido Revolucionario Institucional (PRI).

2016 cerró como el año menos rentable de la compañía en una década, según el reporte ante la Bolsa Mexicana de Valores. Olía a crisis. Se cancelaron contratos lucrativos, se desecharon programas emblemáticos como “En Familia con Chabelo” (mientras transcurrió la niñez de Azcárraga Jean, el comediante Javier López “Chabelo” estuvo al aire. En su generación son comunes términos como “la catafixia”) y se les retiraron los contratos de exclusividad a actores.

Fueron despedidos conductores de noticiarios con más de veinte años en la empresa como Joaquín López Dóriga y Adela Micha.

Ese año, ni siquiera hubo fiesta de fin de año con los famosos de la pantalla, como era tradición en la empresa. Las acciones de Grupo Televisa cayeron en los dos últimos veranos en 27 por ciento al pasar de un valor de 133 pesos en junio de 2015 a 96 pesos en junio de 2017.

“La telenovela entró en crisis. Y por ello entró en crisis Televisa y el poder presidencial. Los dos al mismo tiempo. Televisa sirvió para contar la historia de amor entre el Presidente y una actriz famosa. Entre el Gobierno y lo popular. Pero Televisa ya no pudo contar esta historia porque México ha cambiado. Los dos sucumbieron a muchas situaciones que los gobernados ya no resisten. El exceso en los gastos, el apa

rentar un reinado, la corrupción no le dejó paso a la fantasía”, expone Alfredo Paredes Zamora, director de un equipo de mercadólogos políticos en Capitol Consulting & Communication, agencia con sede en México y Miami, Florida.

En 2015 llegó el apagón analógico que significó una transición a la señal digital en todas las televisoras. El Presidente Enrique Peña Nieto tenía tres años en el Gobierno y su nivel de aceptación era reprobatorio con 39 por ciento, según promediaban todas las encuestas. El Gobierno regaló televisiones, pero –como suele ocurrir– no se llegó a los sectores marginados.

Ese año, según cifras de Securities Exchange Comission, los espectadores de Televisa disminuyeron hasta en 20 millones de espectadores. La venta de publicidad también se cayó. Si en 2014, la entrada por ese concepto era de 25 mil 466 millones de pesos, en 2015, esa cifra pasó a 23 mil 29 millones de pesos.

Un año antes, 43 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa, Guerrero, habían desaparecido mientras pedían dinero para asistir a una marcha en la Ciudad de México. Al Presidente se le había descubierto la posesión de una mansión en la Lomas de Chapultepec. Él sostuvo que la había comprado su esposa, Angélica Rivera, mediante un crédito con facilidades otorgado por un contratista del Gobierno, Juan Armando Hinojosa Cantú.

Quien salió a dar explicaciones fue Angélica Rivera Hurtado. A través de un video, sostuvo que la casa era propiedad de ella. Pero sus dichos volvieron más suspicaz a la audiencia respecto al Gobierno porque omitió el desglose de sus ingresos y su declaración de impuestos ante la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP). Si la aceptación del Presidente era de 39 por ciento, la de ella era de 30, según todas las encuestas.

Pocos meses después, Televisa transmitió en horario estelar –el de las 21:25 horas– la telenovela “Lo imperdonable”, cuyo argumento fue escrito por Caridad Bravo Adams en 1952 para cine. Es una mezcla de tres historias de la misma autora: La Mentira, Tzintzuntzan y Lo Imperdonable. En diferentes versiones, Televisa había producido esta historia otras tres veces. La primera fue en 1965, bajo la producción de Ernesto Alonso; luego en 1998, por Carlos Sotomayor; después bajo el nombre de “Cuando me enamoro” en 2010, bajo la producción de Carlos Moreno Laguillo. La trama tuvo que ser modificada porque el nivel de audiencia no remontaba los 18.5 puntos cuando se requieren 30.

Fue una pérdida que no se detuvo. En el reporte financiero enviado a la Bolsa Mexicana de Valores, la empresa informó que en el tercer trimestre de 2017 disminuyeron 8.4 por cuento a 4 mil 943 millones de pesos en comparación con los 5 mil 397 millones en el tercer trimestre de 2016. Pero, sin referirse a los contenidos, la empresa explicó: “Las ventas por publicidad fueron afectadas por el sismo del 19 de septiembre, siendo que Canal 2 transmitió sin interrupciones comerciales por tres días consecutivos después de este evento”.

Pero no todo era pérdida. Respecto a ingresos por publicidad oficial, Televisa no dejó jamás de ser la mayor beneficiada. Durante 2016 recibió por 210 contratos mil 488 millones 934 mil 160 pesos, de acuerdo con la Secretaría de la Función Pública, la mayor parte de los 8 mil 589 millones de pesos transferidos a los medios de comunicación.

El Gobierno federal ha gastado de 2013 a la fecha, 37 mil 725 millones de pesos en publicidad oficial, entre un 48 y 113 por ciento más de lo aprobado por el Congreso cada año y un aumento de 31.21 por ciento, reveló un reciente informe de Fundar.

Televisa ha sido el más beneficiado por parte de anuncios de la Secretaría de Salud (SSa), la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) y la Secretaría de a Educación Pública (SEP). De 2013 a 2016, solo seis proveedores recibieron 38.81 por ciento (14 mil 073 mdp) del gasto total en publicidad oficial para estos cuatro años. Grupo Televisa (17.07 por ciento) y TV Azteca (9.87 por ciento) fueron los dos ganadores.

En una entrevista con el diario El Universal, Emilio Azcárraga Jean sostuvo que el Presidente Enrique Peña Nieto no era un producto de su empresa, que aquello era “una leyenda urbana”. Pero, como empresario, jamás pronunció una crítica hacia la forma de gobernar del Primer Mandatario que ha pasado a la Historia como el menos aprobado. Al contrario. En la Residencia Oficial de Los Pinos, ante los miembros de Paley Center que participaban en la 21ª Reunión Anual Cumbre de su Consejo Internacional, el empresario dijo: “La reforma del sector de Telecomunicaciones que también impulsó el presidente, emparejó el piso y generó una mayor competencia en televisión abierta, como en los servicios de telefonía, acceso a internet y televisión de paga, en beneficio directo, todo esto, a todos los consumidores mexicanos”.

“México está a la altura de los retos que se le plantean. México es un buen vecino de los Estados Unidos. Los dos países son buenos socios, son buenos aliados, pero, sobre todo, somos buenos amigos. Los mexicanos queremos seguir siéndolo”, agregó.

Televisa creó Blim, una plataforma similar a Netflix. Su producto estelar fue la serie 40 y 20 en la que una trabajadora doméstica con influencia en sus “patrones” se vuelve el centro de la trama. No pudo contra Netflix y HBO.

Emilio Azcárraga Jean lideró la empresa en el primer minuto que su padre quien alguna vez declaró: “Yo hago televisión para jodidos”.

El diario The Wall Street Journal describió el momento histórico de la renuncia a la Dirección de Televisa, de Emilio Azcárraga Jean, el tercero de la dinastía, el tigre junior que dirigió el consorcio con más poderío en América Latina durante dos décadas, pero que encaró las pérdidas en este sexenio. “Televisa  lucha contra las ventas de publicidad y la creciente competencia para atraer jóvenes espectadores”.

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