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El presidente Andrés Manuel López Obrador es austero, republicano y generalista: Gibrán Ramírez

Está consolidando su autoridad; sin embargo, se ha privado de medios administrativos para gobernar como los que había en la oficina de la presidencia, señala el politólogo.

El estilo personal de gobernar del presidente Andrés Manuel López Obrador es austero, republicano y generalista aseguró el analista Gibrán Ramírez Reyes.

El también secretario general de la Conferencia Interamericana de Seguridad Social, un organismo internacional de carácter permanente dedicado a la investigación, la cooperación para el bienestar y la promoción de políticas públicas, dijo que el presidente López Obrador o es generalista en el sentido de que lanza muchas líneas generales, aunque no da puntual seguimiento de cada indicación.

En algunos casos, eso ocasiona que ocurran algunos cambios en lo que instruyó, por ejemplo, cuando indicó que la forma de universalizar la salud se haría a través del IMSS – Bienestar y se acabó instrumentando mediante lo que era el Seguro Popular, expuso.

En ese sentido destacó que en términos de teoría política es diferente reinar que gobernar, porque reinas con autoridad y gobiernas con los instrumentos de la ley y la fuerza.

Mencionó que se reina con indicaciones, pero sobre todo con la gente con la que está en el gobierno. En cambio, se administra con la ley, con la administración pública se puede operar cada decisión.

Opinó que es un acierto que el presidente dicte las grandes líneas para que el gabinete las siga, aunque, aclaró es cierto que hay temas que observa que se implementen directamente, como el caso de Pemex, donde está muy claro que toma decisiones muy en específico o en el tema de infraestructura que se difundió la semana pasada, en cuyos temas hay mucha atención especial del Presidente. Destacó que López Obrador está consolidando su autoridad; sin embargo, se ha privado de medios administrativos para gobernar.

Concretamente se refirió a que la oficina de la Presidencia se redujo el año pasado, por lo que ahora cuenta con menos medios materiales y humanos.

“Entonces, realmente tenemos una Presidencia más débil y en este sentido republicana”, dijo Ramírez Reyes.

No hace alarde de su poder

Desde su perspectiva, las fortalezas del estilo personal del presidente en función es la institucionalización de la presidencia de la República, porque, por primera vez desde la instauración del presidencialismo mexicano moderno, no se hace alarde del poder.

No obstante, dijo que sí hay una debilidad y es precisamente que la Presidencia carece de medios materiales para instrumentar todas las decisiones que toma el presidente.

Gibrán Ramírez consideró que una segunda debilidad del presidente es que se concentra demasiado la comunicación en el presidente.

Por otra parte, consideró que los diagnósticos de buena parte de los problemas públicos del país ya estaban hechos cuando llegó López Obrador a la Presidencia y sólo faltaba establecer el tejido fino.

Ramírez Reyes indicó que otro de los problemas con los que se ha enfrentado el Presidente es a la falta de cuadros de Morena para incorporarlos al gobierno.

“No hay de dónde reclutar para cargos administrativos y políticos, entonces hay que echar mano de lo que hay”.

Mencionó que los diseñadores e implementadores de políticas públicas tiene que ser el equipo y hay poca experiencia ahí. “Yo creo que hace falta una labor de reclutamiento de cuadros”. Esto es un problema grave porque la mayoría de los especialistas de política pública en economía y en ciencia política están formados bajo el paradigma neoliberal, entonces conjuntar en la misma persona las características de solvencia técnica y la congruencia ideológica con el proyecto que fue el más votados en las urnas es difícil.

Sobre la relación que el presidente ha decidido llevar con la oposición, el analista indicó que está condicionada por el espíritu desleal que han tomado las derechas. Puso como ejemplo de ello la actitud que ha asumido el dirigente nacional del PAN, Marko Cortés hacia el Golpe de Estado en Bolivia.

Fuente: El Economista

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