Opinión con sentido

De política y cosas peores

Armando Fuentes Aguirre

«Los testículos de Trump llegan hasta Ucrania». Así leyó en voz alta doña Macalota en el periódico. La corrigió su esposo don Chinguetas: «Tentáculos, mujer. Tentáculos». Flordelisia, hermosa joven, invitó a Babalucas a visitarla en su departamento. Lo recibió cubierta únicamente por un vaporoso negligé que dejaba a la vista todos sus encantos. «Siéntate un momentito, Baba -le pidió-. Voy a abrir una botella de champaña y a traer dos copas, a poner en el estéreo música romántica, a disminuir la intensidad de la luz y a disponer la cama». «Mejor vengo otro día -le dijo el badulaque-. Hoy estás muy ocupada». Pepito y sus papás veían en la tele la película «Fabiola», que trata de los primeros tiempos del cristianismo. En una escena se observa cómo los cristianos eran arrojados a los leones en el coliseo romano. Ante eso Pepito se echó a llorar lleno de aflicción, lo cual conmovió mucho a sus padres. «¿Por qué lloras, hijito?» -le preguntó la mamá, emocionada. Entre lágrimas respondió Pepito: «A aquel pobrecito león no le ha tocado ni un cristiano». Doña Tebaida Tridua, presidenta ad vitam interina de la Pía Sociedad de Sociedades Pías y censora de la pública moral, asistió a una conferencia sobre biología y se asomó al microscopio que había llevado el expositor. «Son células» -le explicó el conferencista. Inquirió la señora: «¿Por qué se mueven tanto?». Le explicó el maestro: «Se están reproduciendo». Doña Tebaida se retiró inmediatamente del microscopio y exclamó irritada: «¡Qué vergüenza! ¡Y a plena luz del día!». Usaré la palabra «simpleza», aunque otros vocablos hay más lapidarios que ése para expresar la misma idea. Simpleza fue aquélla de proponer hablar con las mamacitas, los papacitos y los abuelitos de los vándalos para que les digan que se porten bien. Simpleza fue lo de los ilícitos e inútiles cinturones de paz. Simpleza lo del chu chu del indecible Bartlett. Simpleza enorme lo de llamar «valientes» a los asesinos de don Eugenio Garza Sada. Simpleza lo de declarar personas non gratas a personas ciertamente no gratas. Simpleza la explicación de la señora Polevnsky acerca de su condonación fiscal. Estos últimos días han sido pródigos en simplezas, y todo indica que la cosecha seguirá. Urge dar honestidad y transparencia al país, es cierto, pero también urge darle un poco de seriedad. La bella y joven viuda salió del cementerio después de haber dado cristiana sepultura a su marido. En la puerta del panteón fue abordada por un individuo que le dijo: «Perdonará usted esta imprudencia mía, señora, pero soy de otra ciudad y temo no volverla a ver. Por eso me atrevo a hablarle en este momento que, lo sé bien, es inoportuno. Vine a visitar la tumba de mis padres, y el azar me hizo coincidir con usted en este sitio de tristeza. Quiero decirle que al verla me enamoré perdidamente de usted por la hermosura de su rostro.». «Y eso que he estado llorando» -lo interrumpió la inconsolable viuda. Comentaba cierto señor: «Mi esposa pone atención a mis palabras únicamente cuando hablo dormido». El artista de la Edad de Piedra terminó de hacer su pintura en un muro de la cueva. Puso en ella varios bisontes, un mamut, cazadores con lanzas, y en el centro de la escena pintó a una mujer desnuda con tres tetas en vez de dos. Contempló su obra, orgulloso, y dijo a sus compañeros con una gran sonrisa: «¡La de teorías que va a provocar esto!». Al regresar del viaje nupcial el marido le preguntó a su flamante mujercita: «¿Te gustó nuestra luna de miel, mi amor?». Respondió ella: «Me pareció muy corta». «Fueron tres semanas, cielo» -acotó el desposado. Precisó la muchacha: «No hablo del tiempo». FIN.

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