Zona Norte Tamaulipas

Sufren calvario

Las necesidades de la comunidad migrante que está varada en la Plaza de la República en Reynosa, cada vez se hacen más evidentes, con el arribo todos los días de nuevos miembros y la incertidumbre de cuánto tiempo deben permanecer aquí. 

Originarios en su mayoría de Honduras, Guatemala y El Salvador, deben dormir entre plásticos, cartones o cobijas que adaptan en la infraestructura del quiosco, bancas y jardineras. 

Aunque no existen datos oficiales sobre cuántos migrantes persisten en esta área verde, que es la primera con la que se topan los visitantes Del Valle de Texas, el Instituto Tamaulipeco para los Migrantes (ITM) estima un promedio de 400.

LAS HISTORIAS

Dentro de este perímetro abundan las historias de necesidad y de situaciones que los orillaron a dejar su lugar de origen. 

Por ejemplo; la inseguridad, amenazas de pandillas, cuestiones políticas, economía, falta de oportunidades entre otras. 

Pero el común, es ser deportado de Estados Unidos tras un cruce ilegal. 

Francisco originario de Granados, Guatemala es uno de ellos. “Es muy difícil criticarnos y decir váyanse a su país, nadie los tiene aquí, se porque he escuchado comentarios, pero nadie sabe lo que enfrentamos, yo no creo que alguien decida salir por estar cómodo, en mi caso partí con mi hijo y nos deportaron, ahora estamos en la espera, no sabemos cuánto permaneceremos aquí”.

Su llegada a Reynosa ocurrió hace 3 semanas, y ante la falta de cupo en un albergue, decidió refugiarse en la plaza. 

Los migrantes varados llegan a este sitio con menores, quienes a diferencia de los adultos no comprenden de problemas ni de situaciones legales. 

Por ello, es común observarlos jugar, ente todo  el caos. “Es muy difícil explicarles a ellos lo que estamos pasando, las conexiones que nos trajeron para acá, cómo le vas a decir a tus hijos que no volverá a ver a su abuela, a sus amigos, nadie te prepara para esas situaciones, nos toca enfrentarlo, y duele verlos así, dormir en el piso, llorando porque quieren regresar”, mencionó Laura proveniente de Honduras. 

SIN DINERO, SIN COMIDA

Para la mayoría su arribo a Reynosa ocurrió tras un proceso de deportación, en búsqueda de cumplir “el sueño americano”.

Por ello, al ser ilegales carecen de permiso para trabajar y ganarse por cuenta propia un recurso. 

Para comer dependen de asociaciones civiles religiosas o ciudadanos voluntarios que diariamente recurren a la zona a llevar platillos. “Si no fuera por ellos ya estaríamos muertos de hambre, nosotros estamos agradecidos con la gente de Reynosa porque hay más buenos que malos, nos han traído comida, ropa, ya que las autoridades no aparecen”, insistió Laura. 

EL PANORAMA

A diferencia de los migrantes que suele albergar Reynosa, quienes llegan antes de cruzar a Estados Unidos para presentar desde aquí una “solicitud de asilo”, ellos atraviesan por un proceso diferente, del que no tiene fecha de término. 

Mientras tanto en los países expulsores de Centroamérica continúan saliendo caravanas con la misma intención de quienes están aquí varados, hacer una vida lejos de violencia y con mejor calidad de vida. 

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