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Erradicar la mafia de Morena en Tamaulipas, consigna del CEN de MORENA
Por: Mauricio Fernandez Diaz

Ciudad Victoria.-La siguiente definición me será muy útil para el tema que expondré a continuación.

Algunos diccionarios definen la mafia como una confederación dedicada a la protección y al ejercicio autónomo de la ley. Estas serían las principales características de los grupos denominados ‘mafia’ o ‘mafias’; sus miembros se protegen unos a otros de fuerzas externas, de intereses ajenos. Por lo tanto, estas células y sus integrantes comparten alguna afinidad y establecen un código de honor entre ellos para darse protección y juntos rechazar amenazas o peligros a sus intereses.

Otra característica importante de la mafia es la del ejercicio autónomo de la ley. Como cualquier grupo de interés, las mafias necesitan asegurarse justicia para sus asuntos, o bien, para impartirla ellos mismos cuando se presente alguna controversia. Este punto muestra que el grupo no recurre, precisamente, a los conceptos generales y universales de justicia, o a los que están plasmados en la ley, sino que ellos mismos la imponen con su propio criterio, al margen de lo que dicten los jueces y tribunales públicos.

En fin, mafia es lo que hoy gobierna Morena Tamaulipas; sus principales cabecillas no son otros que Erasmo González, diputado federal; Ernesto Palacios, delegado nacional de Morena; Mario Delgado, dirigente nacional y, desde luego, Américo Villarreal Anaya, el precandidato a la gubernatura. Ellos forman una élite en el morenismo estatal que no permite la entrada de ningún otro miembro ni en la toma de decisiones; ellos deciden verticalmente todos los asuntos relacionados con el partido; ellos aprueban o rechazan a militantes o simpatizantes que trabajan dentro o que expresan alguna idea. En suma, ellos son el juez, la ley y la parte: todo. Son el único mando, un mando cerrado, caprichoso, y autoritario de este partido.

Como a toda acción sucede una reacción, ha comenzado a gestarse –si acaso no estuvo siempre latente– un movimiento desde el centro del país para cambiar a estos dirigentes del partido en Tamaulipas. Recientemente, John Ackerman, académico y uno de los principales fundadores de Morena a nivel nacional, emitió un mensaje de apoyo a los morenistas del estado, es decir, a la militancia original, que se declara inconforme con la labor de Mario Delgado en la entidad.

Desde la designación del doctor Américo Villarreal como precandidato único a la gubernatura, las estructuras de la campaña han sido raptadas por priistas, operadores externos y patrocinadores de dudosa reputación, todo con el beneplácito de Mario Delgado y el delegado nacional. A la mayoría los ha llevado Erasmo González, el responsable de introducir a Sergio Carmona en Morena Tamaulipas y de darle un papel influyente como financiero. Ahí estaría aún si no lo hubieran ejecutado en San Pedro Garza García, Nuevo León, en noviembre del año pasado, al estilo del crimen organizado.

Los fundadores de Morena, las primeras personas que pidieron el voto para López Obrador en Tamaulipas, casa por casa, sin oficinas, sin auxiliares y sin camionetas; los que levantaron la bandera del partido cuando Erasmo, Américo y el actual equipo de campaña trabajaban para el PRI de Enrique Peña, están fuera de la estructura y aún del proyecto político de 2022. No están invitados a colaborar en el instituto que ayudaron a construir, y casi tienen negado usar el nombre de Morena cuando se presentan. Les han quitado hasta eso. La mafia los despojó de su partido.

Estamos entrando al mes de febrero y no se observa ni la fuerza ni la estabilidad del personaje enfilado para la elección del 5 de junio. El doctor Villareal no echa raíces como candidato; atrae poca gente y su presencia es demasiado discreta. Los líderes regionales como Mario López en Matamoros, Carlos Peña en Reynosa, Adrián Oseguera en Ciudad Madero y Armando Martínez en Altamira, están separados de la precampaña. Los aspirantes que descartaron tampoco han acompañado a Américo Villarreal en sus recorridos y visitas. Y este abandono o aislamiento se debe a la mafia que controla la campaña, y que no permite a nadie entrar al equipo o que participe en la toma de decisiones.

Algo de gran valor o sustancia debieron ofrecer a Mario Delgado para que los dejara cerrar el partido y les permitiera usarlo, deshacerlo y explotarlo a su antojo. Los morenistas pueden quejarse, denunciar y rebelarse contra esta mafia, pero nadie los apoya a nivel nacional.

Sin embargo, tanto va el cántaro al agua que termina por reventarlo; el mencionado John Ackerman junto con el escritor Paco Ignacio Taibo encabezan una corriente opositora a la presidencia de Mario Delgado, y se preparan a enfrentarlo en la Covención Nacional Morenista, que se verificará el 5 de febrero.

Para tal efecto, en un enlace vía internet, Ackerman solicitó el apoyo de los morenistas de Tamaulipas para modificar los estatutos del partido y desterrar negociaciones ocultas o aviesas, como las que se atribuyen a Mario Delgado, particularmente en la designación de candidatos y en el método de selección, como el utilizado para encumbrar a Américo Villarreal y llevarlo a la elección de gobernador.

Otra desventura, pues, se atraviesa en el camino de Américo Villarreal y sus aspiraciones a gobernar Tamaulipas. Él y su mafia irán al choque con los fundadores de Morena y los opositores a Mario Delgado. Seguramente, tratarán de defender sus privilegios y sus espacios de poder. Ojalá que este pleito no se resuelva al modo de la verdadera Cosa Nostra italiana. Por desgracia, Sergio Carmona ya no tuvo esa suerte.

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