Opinión con sentidoPolítica

López Obrador y el capitán Ahab: cuando la realidad se empareja a la ficción

Por: Vicente Hernández

“Puedes tener justicia, o puedes tener venganza. Pero no ambas cosas”
«Devin Grayson»

En la magnífica novela “Moby Dick” Melville Herman su autor reflexiona sobre la maldad encarnada en los dos protagonistas de su historia: por un lado, la ballena que representa el mal sin sentido pues destruye lo que encuentra a su paso, y por otro lado el capitán Ahab, que muestra una maldad obstinada, ya que su odio personal y su deseo de venganza es lo que lo mueve a perseguirla, aunque arriesgue la vida de su gente.

Aunque la trama de la novela da inicio en New Bedfort Massachusetts y la cercana isla de Nantucket, y los sucesos en el barco ballenero “Acushnet” están situados en el año de 1841, la similitud con el estilo de gobierno 2018-2024 de Andrés Manuel López Obrador es aterrador, ya que desde su primera derrota electoral en el 2006 persigue castigar al sistema electoral, a sus adversarios políticos Vicente Fox Quezada, Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, al igual que el mítico capitán Ahap persigue a la ballena blanca para vengar que le haya quitado una pierna y dejado una enorme cicatriz que le atraviesa la cara.

Al presidente López Obrador al igual que Ahap con su tripulación, no le importa poner en riesgo la inestabilidad política, social, médica y de seguridad de su pueblo, con tal de (igual que el capitán) lograr su venganza personal, en la ficción el capitán Ahap clava un doblón de oro español en el mástil principal como recompensa al primer marinero que durante su vigía logre divisar la ballena blanca.

López Obrador cuenta con un equipo de primera fila (que no de primera línea) de seudo periodistas que le hacen preguntas a modo, y en algunos casos le sugieren castigar a periodistas, gobernantes e intelectuales que a su juicio lo atacan, lo difaman y lo golpean desde sus respectivas trincheras, buscando con esto ganarse un imaginario doblón de oro español.

En la parte de la historia cuando Ismael y Queequeg (principales personajes de la novela) son contratados por el armador Pequod Peleg este describe a Ahap su futuro capitán con las siguientes palabras: “Es un hombre grandioso, impío y divino que sin embargo tiene sus debilidades”

Si comparamos esta descripción del capitán Ahap con Andrés Manuel, debemos reconocer que como líder político y ave de tempestades Andrés es grandioso, pero también impío, o sea que no sintió compasión o piedad por algunos sectores de “su pueblo” como los niños con cáncer, las muertes por feminicidio, los campesinos, las muertes a causa de un inapropiado manejo del Covid 19, y se burla diciendo que ya no hay masacres, que el sector salud estará a fines de sexenio como el de Dinamarca, que ya no hay asesinatos en los pueblos por los narcotraficantes, cuando los muertos por este tipo de violencia se siguen contando por decenas diariamente.

Por último, sus seguidores los que creen en él, con una fe ciega hasta el orgasmo fanático, han creado un diario culto a la personalidad que casi cae en la divinización de un hombre que protesto ante la constitución que gobernaría para todos los mexicanos, y que termino enfrentando a los mal llamados “conservadores” con los “liberales” como si estuviésemos en la revolución francesa de 1789-1799, o en 1859 cuando Benito Juárez decreta la Ley de Nacionalización de Bienes Eclesiásticos.

La ballena blanca que persigue el moderno capitán Ahap, es quizás el mal sin sentido que ocasionaron los partidos políticos con sus malos gobernantes, aunque no destruyeron todo lo que encontraron a su paso, ya que dentro de lo malo en estos sexenios se construyeron instituciones, se crearon dependencias, hubo reformas políticas y sociales, porque para eso 30 millones de mexicanos contrataron mediante su voto a un presidente, no para que culpara eternamente a sus antecesores, sino para enmendar errores, no para despilfarrar el dinero público en la compra de votantes cautivos, no para atacar, odiar, dividir y descalificar a quienes no piensan como él, no y mil veces no, al presidente se le contrato para sacar adelante a México económicamente, no para hundirlo, para solucionar problemas no para crearlos, para ver la luz al final del túnel, no para oscurecernos, para que nos informe de los avances logrados no para montar un grotesco circo proselitista de dos pistas cada mañana.

No señor presidente: los mexicanos y en especial los periodistas no somos sus enemigos, somos gente con razonamiento, que exponemos opinión en nuestros textos, que damos la nota diaria, que no somos priistas, panistas, perredistas o morenistas, que no somos conservadores, o chairos, somos simple pueblo, que como tal lo exhortamos a que cambie el rumbo de timón y saque las manos de las elecciones del dos de junio de 2024 para el bien de México y de los mexicanos.

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