Columnas

Una mafia verdadera y su poder

Por: Carlos Puig

Ayer a mediodía, varios choferes de Jetty, un servicio de transporte colectivo que funciona en algunas zonas de la Ciudad de México a través de una app, recibieron amenazas de muerte. Decidieron no trabajar en la tarde, y quién sabe si lo harán hoy. Algunos de ellos estarán en el Ministerio Público presentando denuncias penales.

Lo de ayer es el resultado de dos días de tensiones y broncas entre transportistas de micros y, en esta ocasión, Jetty, como lo han hecho con otros en la ciudad de México. El miércoles y jueves, choferes y el concesionario de la ruta 5 que compite con la ruta de Jetty, que ha resultado muy exitosa, bloquearon avenidas, secuestraron momentáneamente algunas camionetas, intimidaron usuarios y choferes.

En sus casi dos años de existencia, el servicio que cuenta con permiso para operar, ha enfrentado este tipo de presiones pero nunca como lo sucedido esta semana. Y en estos casi dos años, cada ruta que ha abierto se ha vuelto un éxito, acumulando usuarios que prefieren gastar un poco más que en un micro o colectivo normal, pero sintiéndose más seguros, más cómodos, con un lugar reservado desde una app con su teléfono.

Cuando Jetty inició operaciones, algo similar sucedió con transportistas del Estado de México. Y por supuesto lo vimos en Ciudad de México cuando llegó Uber y lo hemos visto en otros estados de la República. Jetty, por cierto, no es el único servicio en la ciudad que funciona y todos han tenido broncas.

Pero más importante, hay decenas de servicios similares que no solo no tienen ningún permiso, sino que nunca quieren tenerlo, en donde el usuario está absolutamente desprotegido. Una vuelta por el metro Observatorio sería suficiente.

En el caso de Jetty, sus estudios dicen que la mayoría de los usuarios vienen de usar Uber o su auto, no micros o colectivos.

La respuesta de Semovi hasta el momento es que lo sucedido esta semana concierne a la policía.

Pero terminará siendo un asunto para Semovi y el gobierno de Sheinbaum. Y tendrá que decidir si sigue protegiendo a los privados que controlan los micros en que se hace la mayoría de los viajes en la ciudad, esos, los que conocemos, amafiados, inseguros, con pésimo servicio. O si apuestan a abrir posibilidades al usuario.

@puigcarlos

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