Estado

El aborto de la coalición de facto PRI-PAN

El Fogón

 

José Ángel Solorio Martínez

¿Es posible a estas alturas de la campaña por la Presidencia de la república, una alianza entre las coaliciones que encabezan el PRI y el PAN?..

¿Bajo qué circunstancias –de darse- se daría?..

¿Quién perdería y quién ganaría en el escenario nacional?..

Un dato: el registro de las plataformas de partidos y coaliciones, se cerró. Del 15 de enero al 15 de febrero –de este 2018-, fue la temporada para decidir a las organizaciones políticas el ir solas o acompañadas –coalición- en la aventura electoral.

Se infiere: ese ordenamiento legal, imposibilita en estos momentos articular una coalición. Es decir, sólo queda un camino para convocar a algunas fuerzas electorales a unirse en este momento en que casi inicia el segundo tercio de la competencia por la Presidencia de la república: la coalición de facto.

En otras palabras: que uno de los candidatos decline a favor de otro y llame a sus simpatizantes a votar por quien considera lo representará el día de la elección.

¿Es posible?..

Claro que es posible, viable…
…y problemático.

1.- La confusión entre los simpatizantes de los coaligados de facto. Podrían votar, por las dos opciones y anular en un muy bien porcentaje el sufragio. Ya el PRI en la elección de hace cinco años, vivió esa experiencia en Tamaulipas: perdió cinco distritos porque sus seguidores cruzaron los logotipos del PRI y del Verde echando a perder su boleta. Más de 50 mil votos desechó por ese error el tricolor en Tamaulipas.

2.- La resistencia de las bases de esos partidos de votar por una opción que liquidó la propia. Las mediciones de los expertos, colocan como segunda opción de los priistas a MORENA. Y la segunda opción para los panistas, igual: prefieren MORENA que al PRI. Más claro: la coalición de facto por la que se esfuerza el Frente y el PRI y aliados, no tiene resultados aritméticos mecánicos. Es decir: si creen sumar 2 más 3 en política, y obtener 5, están en un error mayúsculo.

3.- La desorientación del votante priista y panista en las microrregiones. Esa alianza de facto, atomizaría aún más la anulación del voto por el desconcierto. Muchas alcaldías, diputaciones federales y senadurías se irían al agua. Se infiere que ante la declinación del candidato presidencial del PRI –José Antonio Meade- crecerá el desánimo de candidatos y de priistas de a pie en los municipios y en las Entidades. O sea: los principales beneficiarios serían el PAN y MORENA que acopiaría para si más escurrimientos en la lucha por los Ayuntamientos.

4.- La pérdida de prerrogativas para el PRI. El ofrecer en charola de plata una parte de su electorado, diezmaría las prerrogativas que cada año el INE entrega para sus actividades. Por ser la primera fuerza, el tricolor recibirá este 2018, mil 686 millones de pesos. Este monto, es en apego a la cantidad de votantes que tuvo en la campaña anterior y por efectos de la equidad.

En caso hipotético que el PRI hiciera llegar la mitad de sus simpatizantes a votar por el candidato del Frente, perdería 843 millones para el 2019.

Esos fondos, pasarían –no tan mecánicamente, pero más o menos en esa proporción- al PAN y a sus coaligados de jure.

5.- Las ventajas de la coalición de facto, -impacto mediático y político y la posibilidad de hacer una aritmética sonriente que los convertiría en actores competitivos contra AMLO- son escasas y de poca profundidad. Las desventajas son mayores: la confirmación del PRIAN y el reavivamiento del rencor del ciudadano contra quienes ve personificado el mal: gasolinazos, reforma laboral y no educativa, reafirmación de que la mafia del poder existe y no quiere soltar sus privilegios.

El odio es mal consejero.

Tanto o más, que la ambición desmedida por el poder y sus mieles.

La idea que flota en los ideólogos del PRI y del PAN, no es tan descabellada. Al parecer, es la única fórmula que les queda para frenar el poderoso movimiento social de Andrés López Obrador. Les llegó muy tarde esa engañifa.

Tiempo le va a faltar –a la mafia del poder-, para explicarse que no está perdida porque postularon malos candidatos…

…sino porque el neoliberalismo -y sus operadores cleptócratas-, cansaron a la sociedad y ante el horror de sus políticas de latrocinio, le perdieron el miedo al cambio.

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