Política

Despensas, la moneda de cambio electoral

Las despensas se están volviendo a ver en cantidades muy por encima de las usuales, jugando en el área gris de la ley para usarse como incentivo o moneda de cambio por el voto.

El reglamento es claro, no está prohibida la entrega de despensas, pero aunque pueden recibir papelería para futuras inscripciones, no pueden dar de alta a nuevas personas hasta que pasen las elecciones.

Aprovechando esta coyuntura, el Ayuntamiento a través de comités vecinales ha estado realizando una enorme distribución de despensas, en las que las lideresas de cuadra o de colonia se han dado a la tarea de reclutar en su entorno inmediato utilizando tácticas que muchas veces rayan en lo ilegal con tal de reunir cuantas credenciales de elector sean posibles y comprometer a su vecindad para votar el día de la elección, a favor de su partido.

El condicionamiento de ayudas sociales y hasta algunas amenazas son parte de las quejas frecuentes que nunca admitirán el Ayuntamiento y sus candidatos afines, pero que son secretos a voces junto con todas sus formas de operar durante campaña y el día de la elección.

A lo que hemos visto, sería relativamente sencillo denunciar las irregularidades que se han detectado, incluso antes de arrancar las campañas de ayuntamientos, desde los espectaculares con el texto “YA ….” que hacen alusión a Yahleel Abdala, hasta las llamadas telefónicas masivas a los neolaredenses para promoverla junto con Rivas, sólo por mencionar algunas, ya ni se diga el tema de las despensas, pues cualquiera de éstas o todas en conjunto, bien documentadas y debidamente formuladas en una querella formal, procedería sin problemas.

Los ciudadanos reaccionaron de forma adversa ante las llamadas masivas que se están haciendo para promocionar a Rivas y Yahleel, especialmente cuando el periodo de campañas arranca hasta el lunes 19 de abril.

En redes sociales, además de manifestar cientos de quejas contra la candidata a la alcaldía y a la diputación local del primer distrito, se publicaron también los números de ambos, como para que los ciudadanos fueran recíprocos con ese hostigamiento telefónico al saturarlos de llamadas.

Lo que la mayoría se imagina de estas campañas de ayuntamientos es que serían un tanto confrontativas, aunque algunos analistas comienzan a señalar que este pudiera no ser el caso, al menos no en la proporción que muchos piensan, aunque una contienda marcada por la pasividad evitaría que el neolaredense común adquiriera el mínimo de interés necesario para acudir a votar el día de las elecciones.

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