Estado

Eugenio Hernández y la simulación en el combate a la corrupción

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Raúl Hernández Moreno

 

Con  Eugenio Hernández ya son con cuatro los ex gobernadores  detenidos en el presente año. Y sin embargo no se recobra la  confianza ciudadana en el combate a la corrupción. Y es que en vez de cuatro, debieran ser 40 o  400 los detenidos y no solo ex, también  deben caer políticos  en activo.

Aún cuando en el pasado han caído peces gordos en activo – con mayor poder que los propios gobernadores—como  Joaquín Hernández Galicia y Elba Esther Gordillo, en la cárcel reciben un trato privilegiado que ya lo quisiera Obama.  Pero además,  no hay un  interés en  aplicar la ley y hacer justicia, lo que se quiere es una  venganza personal y en el mejor de los casos  ejercer el poder y demostrar quién manda.

En el sexenio de Carlos Salinas,  hubo cambios de gobernador en 14 estados.  En algunos casos, como Veracruz, el  mandatario,  Fernando Gutiérrez Barrios,  fue invitado a integrarse al gabinete.  Otros,  como Fausto Zapata Loredo y Ramón Aguirre Velasco, aunque ganaron las elecciones de San Luis Potosí y Guanajuato,  fueron obligados el primero a renunciar a los pocos días y el segundo, a no tomar posesión.

El de Salinas era un  poder tiránico y sin embargo en un país como el nuestro, con instituciones  viciadas, era quizá una de las pocas formas de hacer  justicia.

Después de Salinas, el presidencialismo se debilitó. Ernesto Zedillo no pudo hacer gobernador de Tamaulipas a Diodoro Guerra y de esa debilidad se aprovecho Manuel Cavazos Lerma para imponer a Tomás Yarrington, preso en Italia desde abril y en espera de ser extraditado a México. Zedillo no  intento democratizar al país, se limitó a  dejar pasar su sexenio.

Igual paso con  Vicente Fox y Felipe Calderón,  fueron políticos, pero no estadistas. Enrique Peña intento ser estadista, pero se quedó en la camino. Antes de las elecciones del 2016, en las que el PRI perdió 7 de las 12 gobernaturas,  Manlio Fabio Beltrones intentó convencerlo de que metiera a la cárcel a César Duarte, a Javier Duarte, a Roberto Borge, a Rodrigo Medina, como una  estrategia para ganar votos,  pero Peña no le hizo caso, nunca intervino en Tamaulipas y por eso nos convertimos en un estado fallido.

Si el combate a la corrupción  fuese en serio, se necesitaría mucho más que cuatro ex gobernadores presos.  Se necesita una lista muchísimo más  larga,  en la que se incluyan secretarios, senadores,  alcaldes, diputados, ex y en activo y que además que  se les  despoje de las fortunas mal habidas, porque de nada sirve encarcelarlos, pero dejándoles intactos sus bienes.

El PAN desaprovecho su paso por el gobierno federal. En 12 años copió al PRI y  además lo hizo mal. E igual ha  hecho el PRD en las entidades donde ha  gobernado.  Y lo mismo ocurre con el Verde en Chiapas o con cualquier otro partido que gana alguna alcaldía. No  hay un  combate real a la corrupción, todo es  mero proselitismo,  frases de campaña. Ningún gobierno quiere enjuiciar a los que  dejaron el cargo, porque no quiere exponerse a que cuando deje el poder le pase lo mismo. Todo esto lo sabe  la ciudadanía, pero no sabe qué  hacer y de eso se aprovechan los partidos y los políticos que quieren el poder no para trascender en el futuro, sino para garantizar el patrimonio familiar por los siguientes 200 o 300 años

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