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Entre acarreo y apatía, Peña dedica grito a Oaxaca y Chiapas

CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En el antepenúltimo aniversario de Independencia que encabezó Enrique Peña Nieto la fórmula de los años anteriores se repitió: hubo miles de acarreados, un rápido discurso nacionalista y un acto lleno de formalidades.

En punto de las 22:55 horas, las pantallas mostraron el interior de Palacio Nacional, ahí donde estaban los invitados de honor, la familia presidencial. Abajo, los ciudadanos de a pie.

El acto fue rápido. Casi automático, sin errores. Enrique Peña Nieto, acompañado de la primera dama Angélica Rivera, con un vestido negro, caminó por el pasillo que lleva al balcón presidencial.

Peña Nieto tomó la bandera nacional, salió al balcón, tocó tres veces la campana y gritó: “Viva Allende, Aldama, Hidalgo, Morelos” y “Viva la solidaridad de los mexicanos con Chiapas y Oaxaca”.

Todo en escasos minutos. A diferencia de años anteriores no hubo muestras de rechazo, pero sí apatía. Los mexicanos de a pie respondieron al grito, pero sin emoción. Luego, el balcón del recinto se llenó con los miembros de la familia presidencial e iniciaron los juegos pirotécnicos.

A las 23:15 horas terminó el espectáculo, el que dejó las imágenes para los medios. Pero el verdadero grito inició desde temprano.

El espectáculo

Para evitar las críticas de años anteriores por los excesos en la revisión de ingreso, en el acceso principal, en la calle 20 de Noviembre, se colocaron tres filtros de seguridad.

El primero encabezado por elementos de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina, que hizo distinción entre mujeres y hombres. Después por elementos de Gendarmería, de la Policía Federal y por último un arco de revisión con bandas de rayos x, a cargo de la empresa “Moro Security Sistem”.

Para el festejo en el Zócalo se montó un gigantesco escenario a lo ancho de la plaza, justo frente a Palacio de Gobierno, donde desde las 16 horas artistas amenizaron la llegada de los ciudadanos.

La política de austeridad anunciada hace un año se hizo a un lado con el montaje de cinco mega pantallas -una de ellas en forma de pirámide teotihuacana- además de un sofisticado sistema de audio y de iluminación. La palabra “México,” al centro y una réplica del escudo nacional que completaron el escenario.

La Sonora Santanera, mariachi, y los cantantes Alex Syntek y Cristian Castro, junto con la Banda el Recodo fueron los artistas encargados del show.

Mientras que las los conductores y artistas de Televisa, Galilea Montijo y Ariel Miramontes alias “Albertano”, del programa “ Nosotros los guapos”, en vano intentaban animar a los ciudadanos que no llenaron en su totalidad la plancha.

Acarreos y programas sociales

Característica de las últimas celebraciones de independencia, los acarreos otra vez fueron evidentes.

Sin embargo las mujeres con sus trajes típicos, con niños en brazos y descalzas no eran parte del nacionalismo que amerita la ocasión.

Esta vez, la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y el Programa de inclusión social Prospera, se encargaron de allegar a gran parte de los cientos de mexicanos que estuvieron presentes. Pues según confiaron varias personas a esta reportera, la Comisión, que preside Nuvia Mayorga, y gestoras de Prospera y Oportunidades locales simplemente “los invitaron” o los obligaron.

Los entrevistados no mencionaron cifras económicas en retribución a sus asistencia, pero sí detallaron condicionamientos de los programas sociales.

A cambio recibieron un kit con aguas de jamaica, naranja y agua del día en bolsas de plástico, tortas, un impermeable y para los más afortunados hubo tacos de guisado con nopales y frijoles. Aunque la repartición no fue pareja.

Los estados de procedencia, en su gran mayoría eran de pueblos originarios: la sierra norte de Puebla, la huasteca Potosina, la huasteca Hidalguense, Tlaxcala y Querétaro. Por eso de entre los que esperaron bajo el rayo del sol desde temprano había nahuas, otomies, entre otros grupos étnicos.

El primer perímetro estuvo designado para ellos, cuyo distintivo era una etiqueta en el pecho con un número, la leyenda “Independencia de México 1810-2017” y un brazalete rojo, que les dieron en los camiones. Para todo aquel que no portara estos distintivos era casi imposible entrar al primer acceso, justo enfrente del balcón presidencial.

Don J. Nieto de 73 años, de Hidalgo, refirió que se apellida igual al presidente, pero dudó que sea de su familia, pues, dice, los suyos sí son de buen trabajo, acto seguido muestra sus manos con callos.

Cuenta que con sus 10 hermanos trabajan el campo. Tienen nopales, animales, incluso asegura que saben hacer la mejor barbacoa, “la más sabrosa” y antes hacían pulque, pero ya no porque “no deja”.

Relató que los “jefes” de Prospera y Oportunidades, al que pertenece su familia les dijeron que tenía que ir al menos un representante de su casa. Y su mujer lo mandó a él.

A las las 21 horas, Don J., recargado sobre la barda de contención, dice que ya está cansado. Llegó desde las 13 horas. En su camión sólo repartieron dos panes. Cuenta que ya se fastidió, pero tienen la orden de regresar a los camiones después de los juegos pirotécnicos. Comenta que si fuera por él no estaría aquí, pero que si no les retrasan o cancelan los pagos.

Este también es el caso de Nadia, de 15 años, oriunda de la bella Cuetzalan en Puebla. Sus ojos grandes y enrojecidos reflejan su cansancio, pues se levantaron a las 6 de la mañana, muy temprano, dice, para poder venir.

Está acompañada de su hermana y su mamá, que porta el huipil blanco y bordado de esa comunidad nahua. Además de estar descalza.

Mencionó que está estudiando la secundaria, que todavía no sabe a qué quiere dedicarse. Y que está emocionada porque es la primera vez que está en el Zócalo para celebrar el grito de independencia, pero insiste en que es mucho tiempo bajo el sol.

Las “invitaciones” de la CDI y Prospera también alcanzaron para movilizar a un grupo de más de mil personas para que por más de dos horas repitieran una coreografía al ritmo de “México” del grupo Timbiriche, al tiempo que – bajo el sol de las 15 horas – formaban el tan repetido nombre del país.

El pago fue una playera y una gorra y la posibilidad de elegir el color -entre verde, blanco y rojo- de estos artefactos.

Después del grito y de la foto familiar del recuerdo la plancha se vacío en cuestión de minutos.

Hubo muchas caras de decepción para aquellos que presenciaron por primera vez el acto.

 

ARELI VILLALOBOS

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