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Las ex que se creen más que el marido

 

 

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Raúl Hernández Moreno

 

Si fuese cierto que el ex presidente del PAN,  Rafal Pedraza Domínguez impulsa a su hijo Edgardo Pedraza Quintanilla, quien es presidente de la Asociación de Agentes Aduanales, para buscar la diputación  federal, antes  debería arreglar su situación con el Gobernador  Francisco García Cabeza de Vaca, quien decidirá  a los candidatos.

En septiembre de 2014, un día después de que Cabeza de Vaca visitó Nuevo Laredo  —  en un tiempo en que lo despreciaba el panismo y la mayor parte de los medios de comunicación – Pedraza cometió el garrafal error de  declarar que el PAN de Nuevo Laredo no necesitaba a Cabeza, que era un perdedor que no había podido ayudar a su hermano Ismael para ganar la diputación  federal en Reynosa, que la gente lo repudiaba y otras lindezas por el estilo.

Esta desafortunada declaración tuvo consecuencias, entre ellas que Pedraza no pudiese mantenerse al frente del Comité Municipal del PAN. Lo vetaron desde el tercer piso del palacio de gobierno en Ciudad Victoria. Desde allá, la orden fue directa: cualquiera, menos Pedraza.

Y si el padre no pudo sostenerse en el PAN, suena más complicado que el hijo obtenga una diputación  federal, porque  para empezar no tiene trayectoria partidista, ni política.

Tampoco  resulta creíble que la Asociación de Agentes Aduanales sea tan poderosa económicamente  como para hacerlo diputado: en ese caso, mejor que lo  haga presidente municipal y más adelante gobernador.

Todo mundo sabe que atrás de Pedraza  Jr.,  esta su papá, lo cual no  debe de extrañarnos: es deber de todo padre  proteger y  respaldar sus  hijos, pero de ahí a que de la noche a la mañana se le quiera presentar como  algo extraordinario,  hay una gran diferencia.

Rafael Pedraza muy bien puede promover políticamente a su hijo, pero no para el 2018,  hay que esperar varios años más. Total, recién está participando en la vida pública.

En  otro tema, pero en la misma línea de la política consanguínea, cuando  Marta  Sahagún  quiso  reemplazar a su marido Vicente Fox en la presidencia de la república, el mandatario mantuvo la suficiente  prudencia para no  hacerle caso. A fin de cuentas los ciudadanos  votaron por él, no por Marta, quien no  figuró en la boleta, pero en su insensatez es  seguro que  se creyó que valía más que su marido.

Felipe Calderón no piensa igual que  Fox y quiere que su mujer sea  presidenta y si esta  finalmente logra la candidatura tendrá que cargar con todos los  vicios y errores de su marido. Ni modo, quien le manda  tener esas relaciones.

Las esposas de los presidentes, durante el mandato  alcanzan una posición privilegiada y se dedican a hacer obra social con los recursos oficiales. Durante un tiempo son una especie de santa Claus y los beneficiarios las quieren. Pero nadie las eligió, la ciudadanía no  voto por ellas, ellas llegaron por estar casadas con el presidente electo y harían bien en hacer bien su trabajo y que se les recuerde por buena  onda.

En este tiempo tan convulso, las ex  deben  dedicarse a  vivir y recordar su paso por el gobierno, pero no obsesionarse  en sustituir al marido, convencidas de que son  lo máximo. Sí, como no.

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