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MANTE Y MACUSPANA

INTERIORES

Carlos López Arriaga

Poco podríamos añadir sobre el mantense LINO KORRODI que no se haya escrito antes.

Nada que realmente le afecte, como crítica o diagnóstico revelador.
Infancia es destino, sus dificultades de origen le hicieron la piel muy dura, un caparazón que lo blindó contra cualquier punterazo impreso o sonoro.

Veterano de muchas guerras, ha presentado batalla en todos los frentes imaginables, las más diversas trincheras, solo y en grupo, del arrabal a la cúpula, del albañal a las intrigas palaciegas.

Sabe ganar, sabe perder, conoce de alianzas, negociaciones y rupturas, ¿qué le podría sorprender a estas alturas de su vida?

Audaz fue su carrera junto a VICENTE FOX, de quien fungió como financiero en jefe

durante la exitosa campaña del 2000.
Después se convertiría en su agudo crítico, acusando a VICENTE de traición, por haber apoyado la candidatura priísta en 2012.

De su heterodoxia nos habla el que hoy se incorpore al proyecto de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR, junto a empresarios como ALFONSO ROMO.
Poco hay que reclamar a KORRODI. En todo caso, el verdaderamente afectado por la incorporación del mantense a las huestes de MORENA es el propio AMLO.

¿TODOS CABEN?
La noticia confirma que el tabasqueño ya tiró a la basura toda suerte de cribas, cedazos, coladores, filtros y criterios de calidad en su selección de personal, si es que alguna vez los tuvo.

Sus puertas están más abiertas que nunca. Cualquiera puede sumarse a la causa sin importar catadura moral, identidad ideológica, expediente laboral, antecedentes penales, intereses que represente o haya representado, arbitrariedades cometidas, capacidades reales o simples mañas.

Para todos hay perdón absoluto, borrón y cuenta nueva, un nuevo nacimiento si aceptan la fe de MORENA y a LÓPEZ OBRADOR como su señor y salvador.

Por eso comenté en redes sociales (a manera de hipótesis) la posibilidad de que acaso AMLO se haya equivocado de vocación, errado de profesión, de oficio.
Mejor que político, ¿pudo ser telepredicador?… Mire usted, más que partido, MORENA opera como una congregación religiosa.

Secta acaso, con un iluminado que posee la verdad absoluta, demoniza cualquier crítica y se presenta dispuesto a zambullir de cabeza al priísta más endemoniado en las aguas del Jordán para convertirlo en santo. ¡Pare de sufrir!

En Tampico y en Victoria, en Cancún o en Acapulco, donde quiera que AMLO se pare la canción parece repetirse.

Los periódicos locales van a contar las mismas historias de viejos pájaros de cuenta, líderes charros, contratistas venales, proveedores chapuceros, reputados mapaches electorales, cartuchos quemados que al influjo del perdón tabasqueño se vuelven (¡de súbito!) honestos y aguerridos paladines de la democracia.
Guerreros de la luz que siguen al Iluminado de Macuspana en su Guerra Santa contra la corrupción y la Mafia del Poder.

¿QUÉ BUSCA?
Hace poco le dijo a CARMEN ARISTEGUI que, en caso de ganar, no le interesaba emprender cacerías de brujas ni encarcelar a nadie.

Bastará, dijo, con que el próximo presidente (él, por supuesto) sea honesto para que (en automático) gobernadores y alcaldes de todo el país dejen de ser corruptos.
Acaso esta sea la fuente de mayor desconfianza que inspire AMLO a cualquier votante con cinco dedos de frente. Ese pragmatismo ramplón que (en el mejor de los casos) reflejaría un candor extremo.

Aunque también exista la sospecha de una imperdonable burla a la inteligencia ciudadana. Una estratagema tan siniestra como su “república amorosa”.

Traslapes en cadena que nos llevan a predicamentos esenciales. ¿En verdad desea acabar con la mafia del poder o solo pertenecer a ella?, ¿Aporrea la puerta para que lo dejen entrar?, ¿Maldice desde gayola porque quiere aplaudir en primera fila?

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