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LECCIONES QUE DEJÓ LA VICTORIA DEL ACTIVISMO DIGITAL FRENTE A LAS REFORMAS PENALES APROBADAS POR EL CONGRESO DE TAMAULIPAS

Adan Moctezuma

¿Qué nos deja como sociedad el debate y el activismo digital de miles de usuarios de la red que terminó con el veto del Ejecutivo a las reformas a la legislación penal en Tamaulipas aprobadas por el Legislativo?

Por primera vez un poder público, el Poder Legislativo de Tamaulipas, fue penosamente sometido por la opinión pública y no fue la opinión pública publicada, sino la opinión pública compartida.

Aquí como en el resto del país y del mundo, la escena pública está siendo sacudida por el activismo virtual de la gente sin importar ideologías, clases sociales, etcétera. Lo público dejó de ser un asunto entre políticos y las plataformas de redes sociales son determinantes para esta realidad.

Hasta ahora, no había habido una expresión tan contundente de la influencia de los medios sociales en la vida política de Tamaulipas.

La actual legislatura pasará a la historia y será tristemente célebre por la insensibilidad social de sus desiciones, la irresponsabilidad de su forma de trabajar, la ausencia de liderazgo, la falta de vergüenza política, la mentalidad retrógrada de sus integrantes, por la forma tan fácil que fueron exhibidos por la sociedad digital tamaulipeca.

Aquí algunas reflexiones al respecto.

1. Fue el primer un triunfo de la sociedad conectada sin una coyuntura electoral de por medio y frente a un poder público en funciones, el Legislativo que fue penosamente exhibido, derrotado y humillado. Quedó inaugurada una nueva era del poder social en la vida política de Tamaulipas, y roles de influencia política cambiaron para siempre.

2. El contrapeso real de la democracia estatal ya no está en los partidos políticos ni en sus representantes populares o liderazgos tradicionales, sino en la sociedad conectada que influye, presiona, critica, aporta y decide. Tuiteros, Facebookeros, Activistas digitales juegan ahora un papel fundamental en la vida política de la entidad, con sus cuentas de redes sociales y medios digitales; y desde sus dispositivos.

Quien no lo entienda debe saber a lo que se expone.

3. La clase política tamaulipeca carece de valor cívico, mentalidad digital, habilidades tecnológicas y argumentos para defender sus acciones. El temor a la crítica y su inseguridad ante el mundo virtual y la limitada capacidad para escuchar a la ciudadanía será el origen de su decadencia.

La ciudadanía digital está ansiosa de reinventar el sistema político tamaulipeco y lo hará desde sus dispositivos móviles.

4. La oposición dejó de ser relevante en la escena política de Tamaulipas. Servil, sin credibilidad ni respeto y mucho menos valor político, perdió toda fuente de legitimidad al aprobar al vapor y por encargo leyes contra la sociedad.

5. Pese a las transformaciones digitales las dudas siguen ¿Para quien legislan los diputados al Congreso del Estado? ¿A quien deben rendir cuentas? ¿A los votantes que los eligieron? ¿Al partido que los postuló? ¿Al jefe político que les autoriza los viáticos? ¿A su conciencia?. ¿Fue la primera ó la última vez que aprueban algo por encargo o sin revisar?

En fin, las multitudes inteligentes cuentan con las herramientas móviles para evidenciarlos en tiempo real.

6. Dejaron solo al Gobernador. Ni en sus cuentas personales donde no se cansan de compartir la información oficial, donde no respiran sin darle gracias al Gobernador por sus puestos, donde tanto se promueven y lucran con la popularidad del Ejecutivo estatal, nadie se metió por el Gobernador, en la más penosa expresión de la ingratitud política.

Ni en los partidos políticos, ni en el Congreso, ni en liderazgos políticos regionales y menos en la sociedad civil aliada al régimen hubo una postura que defendiera la legislación aprobada a pesar de que incluía asuntos de suma pertinencia y urgentes de aplicar, más allá de lo relacionado con las redes. Dejaron solo a quien le deben todo.

7. La iniciativa del Ejecutivo despertó a un monstruo que no había sido provocado. Pero al vetar por primera vez una iniciativa propia y aprobada por unanimidad, el Gobernador fue quizá el único ganador en este penoso episodio al dar la cara, mostrar receptividad para con la comunidad virtual, empatía con el sentimiento que prevaleció en la red y responder – en un hecho sin precedentes- sacrificando su capital político, asumiendo el costo de la impopularidad de la medida y resistiendo – hay que decirlo – estoicamente la avalancha de críticas que llenan ahora sus cuentas oficiales de redes.

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