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EL SUR TAMBIEN EXISTE…

Si Joan Manuel Serrat hubiera sido tamaulipeco, seguramente hubiera producido también un disco con el mismo nombre con el que hizo ese homenaje a Mario Benedetti. En esa obra músico-poética hace gala de los versos de Benedetti con su música e interpretación.

Y reflexionamos sobre lo anterior, por lo que tenemos en el sur de Tamaulipas, y que muchas veces denostamos sin razón.

Hace muchos años dejamos de viajar a Tampico, gracias a la mala, muy mala atención de Seguridad Pública de que fuimos víctimas durante el sexenio anterior, cuando la administración de Torre nos hizo padecer varios eventos relacionados con el crimen: dejamos de viajar por carreteras al sur, y dejamos de ver lo maravilloso que resulta estar en ese rincón de la huasteca y de la entidad que nos ha entregado más que su corazón.

Hemos encontrado en este viaje de retorno, luego de varios años, aspectos que vale la pena destacar: en primera instancia, la actitud de los prestadores de servicios turísticos, en restaurantes, hoteles y hasta tiendas de conveniencia; ya no es el trato grosero o silvestre, falto de formas y educación: ahora tratan al que llega como algo especial, lo que implica una buena respuesta del paseante, sea local o foráneo.

Hemos encontrado hoteles remodelados y restaurantes que, si bien es cierto que algunos dejan qué desear sobre la calidad gastronómica, nada, absolutamente nada de queja sobre la actitud de meseros y meseras, administradores y más: parece que han entendido que le turista significa dinero para todos, principalmente para ellos.

La infraestructura en torno a la Playa Miramar es suficiente y más, es decir, tenemos calidad para ofrecer a cualquiera unos días de asueto y descanso completo, sin padecer falta de servicios públicos, de seguridad o desabasto.

Es una muy agradable sorpresa reencontrarnos con el sur tamaulipeco, y más, con la manifestación divina más extraordinaria que pueda existir en el mundo entero: la playa y sus elementos.

Personalmente hemos sentido que es en la playa donde se unen los cuatro elementos básicos del mundo: fuego, tierra, aire y agua, y es ahí donde se pone de manifiesto la grandeza del Creador, y donde se apetece una sentida oración de gratitud por lo que somos y tenemos. Es personal, es algo interno, es algo propio.

Pero el aspecto turístico, en víspera de la Semana Santa 2017, parece que ya está tomando la fuerza que requiere para recibir a los muchos miles de turistas que abarrotan Miramar y sus alrededores: infraestructura para divertirse o recrearse con temática cultural, para conocer el puerto de Tampico y sus edificios históricos que se han hecho populares a través de las décadas en innumerables postales e imágenes de Internet.

Y esa maravillosa gente que nos ha cobijado con la hospitalidad propia del tamaulipeco y que no es privativa de los del norte o el centro, donde muchas veces padecemos que se sienten algo así como un punto mínimo menos que paridos por Zeus. La gente del sur también es gente, y es maravillosa.

Claro: hay de todo en todas partes, pero la impresión, después de varios años de no regresar es haber encontrado a una zona conurbada Tampico-Madero-Altamira completamente transformada y lista para seguir creciendo.

Es infinitamente agradable ver que pese a lo que vivimos, el desarrollo sigue su paso en esta zona de nuestra entidad.

Y entonces vienen pensamientos de agradecimiento para quien tiene la visión de hacer de nuestra playa Miramar ese terreno maravilloso para disfrutar, para descansar, y sobre todo, para recargarnos de la energía necesaria que nos permita fortalecer aspectos personales y profesionales, y nos haga volver a hacer muchas tareas para merecer regresar.

Sin lugar a dudas que el Sur también existe, y existe en un contexto estatal donde su desarrollo, su gente y sus lugares siguen siendo esa maravilla que se había perdido, y que hoy por hoy ha recuperado su reputación.

No dejemos de pensar en visitar estos maravillosos lugares que Dios ha puesto dentro de nuestra entidad. Bien vale la pena hacerlo.

CARLOS DAVID SANTAMARIA OCHOA

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