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¿DEJARON DE SER UTILES LAS ENCUESTAS EN ELECCIONES?

Me parece que una de las grandes lecciones que dejaron las elecciones del pasado martes en la unión americana, es que las encuestas están fallando y mucho: o se manipulan con el abierto fin de ganar dinero con ellas o han dejado las encuestas de ser útiles en el desarrollo de las campañas electorales o la gente ya aprendió y contesta exactamente lo contrario o buscan las encuestas ser instrumentos de manipulación social.

 

Así de sencillo. Y esta circunstancia se vivió el pasado martes en los Estados Unidos, y la vivimos en Tamaulipas el pasado cinco de junio y en esa misma fecha se vivió en Veracruz y durante la elección de Jaime Rodríguez Calderón “El Bronco” en Nuevo León, el siete de junio del 2015.

 

También en el resto del mundo las cosas no están del todo bien: En Londres, con la votación para que el país abandonara a la Comunidad Económica Europea los sondeos se iban por el no y en la elección ganó el sí, al igual que en el proceso de paz de Colombia, donde los números dijeron una cosa y la sociedad en las urnas se fue por la opción contraria.

 

En todos estos casos, la mayoría de las encuestas decían una cosa y el resultado fue otro. Entonces, ello nos debe hacer pensar en que las encuestas ya no son confiables como herramientas de medición electoral o el modelo hay que cambiarlo para que evolucione y se adapte a las actuales condiciones de vida. En nuestra sociedad, y más en los países desarrollados, las personas vivimos en un ambiente de supracomunicación, de lo que hablaremos más adelante.

 

Concretamente, en las elecciones de los Estados Unidos hay varios factores que se cree fueron los responsables en la falla de la medición electoral: 1) Los encuestadores no llegaron a entender el verdadero sentimiento del elector; 2) La gente no fue del todo franca al momento de responder a los encuestadores; 3) Las técnicas y modelos de sondeo ya no funcionan para un elector que ha evolucionado tanto en temas como las redes sociales y la macrocomunicación en que vivimos, que hace que el elector cambie su intención de voto de un segundo a otro.

 

Por lo pronto, en algunos someros análisis a posteriori del proceso electoral en los Estados Unidos, se calcula que el noventa por ciento de los sondeos levantados durante la jornada resultaron equivocados, un fenomenal fracaso en la meca de los pronósticos y encuestas a boca de urna. Lo que ahora se investiga es si realmente resultó un error de los encuestadores o los electores de Donald Trump fueron demasiado astutos para obviar los sondeos? ¿Cómo se comportaron las redes sociales esta vez, que usualmente son subestimadas o sometidas a metodologías que no resisten la prueba del tiempo?

Primero. Mientras Hillary Clinton logró casi la unanimidad del periodismo en su país –y también en el exterior–, Trump la superó en las redes sociales en cantidad de seguidores y en interacciones, lo que resultó un hecho clave en los resultados de las elecciones. Esta circunstancia podría marcar el inicio de una nueva era en la comunicación digital en las campañas políticas.

Si en el pasado Barack Obama fue líder en las redes y basó en ellas una buena parte de sus campañas, tanto la de 2008 como la de 2012, en esta campaña Donald Trump fue el rey absoluto en esa área. El sistema de inteligencia artificial MoglA, el cual ha señalado el resultado correcto en las tres últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos, en esta eligió al candidato republicano por delante de su rival demócrata. La máquina explora y analiza la información en sitios como Google, Facebook, Twitter y YouTube para hacer sus predicciones. Y según el algoritmo que utiliza, Donald Trump superó en un 25% la popularidad de Obama en las elecciones presidenciales de 2008.

Segundo. La campaña negativa en medios tradicionales no le hizo el daño esperado al candidato republicano. Y mientras que a Hillary Clinton la respaldaron 243 diarios y 148 semanarios, Trump sólo recibió el apoyo de 20 diarios y 1 semanario. La proporción fue de 27 a 1. Tan sólo una fracción de esta cobertura negativa hubiera bastado, hace un tiempo atrás, para dañar las posibilidades de un candidato presidencial y tal vez incluso descarrilar la candidatura en su totalidad.

Sin embargo, las redes sociales se comportaron de modo muy diferente en esta campaña. Para el viernes 4 de noviembre, la página de Facebook de Trump acumulaba 11,9 millones de “me gusta” y su cuenta de Twitter contaba con 12,9 millones de seguidores, mientras que el número de seguidores de Clinton fue de 7,8 millones en Facebook  y 10,1 millones en twitter. En otras palabras, a partir de ese 4 de noviembre, Clinton tenía 53% menos “me gusta” en Facebook y 27% menos seguidores en Twitter, lo que debió haber impactado en la votación durante la jornada. ¿Estos datos no le suenan que sucedieron màs o menos como en Tamaulipas el pasado 5 de junio? ¿No le suena familiar que el candidato del PAN, hoy gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, tuvo el apoyo de contados medios? ¿No le parece que esto suena a que la victimización ya no es un recurso para hacer perder a alguien? La elección de Tamaulipas, la de Nuevo León y la de los Estados Unidos tienen muchos elementos comunes a los que hay que analizar con sumo cuidado, pero lo que sí le puedo asegurar es que las redes sociales han cambiado, de una vez y para siempre, la forma en que se comportan los electores de cara a un proceso electoral.

Y si han cambiado los electores, ¿podrán cambiar también los ciudadanos en asuntos de políticas públicas y gobernanza? A mí me parece que sí.

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