Estado

EL PRI, SIN RUMBO NI DESTINO.

Por: Mauricio Fernández Díaz
El PRI se niega a morir; Como una salamandra intenta cambiar de piel para dar la apariencia de cambio, de renovación.

Desafortunadamente han sido ya tantos años en los que su alimento ha sido la simulación y la corrupción, que le resulta imposible alimentarse con democracia y honestidad; Ésto a la mayoría de los priistas les resulta tóxico, no lo asimilan, aparentan que les agrada pero en lo oscurito lo vomitan.

Colectivamente están desorientados, sin brújula; Acostumbrados a obedecer más que a pensar, hoy que no existe en la práctica quien les imponga directrices y les diga que hacer andan como ciegos, caminando sin rumbo ni destino.

El futuro, antes predecible se ha vuelto inescrutable y el temor a lo desconocido, a ser oposición sin el apoyo del dinero y los sueldos de gobierno paraliza sus mentes y esperan “que algo pase” para poder encontrarle sentido a sus vidas.

87 años, cuatro generaciones vivieron en un Estado en el que jamás se pensó en la real posibilidad de que el PRI perdiera el poder; era para los priistas algo así como tener un seguro de vida, poder hacer planes y proyectos en base precisamente a la permanencia de ese sistema.

Los reyes y virreyes planeando cada tres, cada seis años como hacer alianzas y negocios que acrecentaran su fortuna; Algunos empezaron vendiendo chamoyadas, otros pozoles o como empleados en la dulcería de sus papas o bien contratistas en quiebra o ejidatarios casi en la miseria; bastó un golpe de suerte, que un amigo llegara a un puesto público y los hiciera funcionarios públicos para hoy ser poseedores de millones de dólares, todo ello adquirido en poco más de apenas 20 años.

¿Qué comerciante, agricultor, empresario amasa de manera honesta ese capital?

No, tuvieron que realizar negocios turbios, volverse cómplices del C. O., saquear el patrimonio de los tamaulipecos, robar a manos llenas para hoy ser parte de esa élite de nuevos ricos; y todo a la sombra, al amparo de ese enorme aparato de impunidad y corrupción llamado PRI.

Por eso hoy que se van, que se terminan los grandes negocios que realizaban al amparo del poder tratan desesperadamente de revivirlo, de quedarse cuando menos con los restos de ese cadáver que ellos mismos con sus actos rapaces fueron aniquilando poco a poco; y hoy le lloran, se dan golpes de pecho, vamos, hasta piden perdón ante un pueblo escéptico que nada les cree ya.

El camino que deben recorrer los priista si quieren refundar su partido no pasa por estos reyes y virreyes, ya que sería solo un cambio de piel;

Como premisa fundamental tiene que engendrarse en las colonias marginadas, en los pueblos agonizantes por la necesidad, en las calles y casas de quienes algún día creyeron que el PRI podría llevarlos a superar sus problemas.

De algo si se puede estar seguros; no será ni este, ni el próximo año cuando encuentre su camino, si es que logra hacerlo.
Veremos en el próximo sexenio si quienes hicieron enormes fortunas a la sombra de ese árbol podrido se adueñan nuevamente del partido o bien es rescatado por aquellos que en realidad piensan que aún tiene remedio, que aun pude volver a sus raíces.

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