Estado

Guatemala no es México, ni México es Guatemala

ESCENARIO POLÍTICO

Por Marco Antonio Torres De León

México sufre una de las peores crisis de credibilidad mundial desde que se tiene memoria.

Ese descrédito se acentuó a raíz de movimientos sociales de derrocamiento generados en américa central, que sin estar directamente ligados a nuestro país, trastoca la conciencia de los mexicanos.

E incluso ofrece al resto de países del mundo una gran moraleja, SI SE PUEDE derrocar a presidentes corruptos, sea en cualquier país por más marginado de América, comenzando por el corrupto país nuestro llamado México.

En México el 97 por ciento de los crímenes no se castigan nunca; menos los delitos que cometen los políticos poderosos, que generalmente consisten en peculado o enriquecimiento ilícito.

Las cárceles mexicanas están llenas de presos inocentes, que por robar una pasta dentífrica un ciudadano es capaz de sufrir prisión por años.

En América Latina México es líder en corrupción.

En México el que asesina, huye y continúa gozando de su libertad; el que es honrado, por mínimas faltas a la decencia o a la moral, cae en las oscuras mazmorras de prisión.

Vemos pues -en el caso del derrocamiento de OTTO PÉREZ MOLINA- que cuando se quiere se puede.

Esa es la gran lección que nos ha dado este gran país que resultó ser Guatemala, colindante con nuestro país, y cuya extensión territorial acaso no rebasa el equivalente a 2 estados mexicanos de mediano territorio como son Chiapas y Tlaxcala.

Esa es la verdadera dimensión de este minúsculo país, cuya gran gente no se acobardó a la hora de exigir cuentas y -a la vez- pedir la renuncia de su presidente, misma que se produjo tras 3 o 4 semanas de lucha social intensa y extenuante.

¿Y en México cuándo pasará lo mismo?

Porque lo que es ENRIQUE PEÑA NIETO, ha cometido tropelías, tantas y de gran calado que a los millones de mexicanos de a pie, nos tienen a tope.

Luego entonces, si ese pequeño país centroamericano pudo derrocar a un presidente (de tendencia militar) en unas cuantas semanas por sospechas o evidencias de corrupción, ¿por qué un país como México no lo consigue, pese a las notorias evidencias de que tenemos un presidente corrupto, inmoral y desvergonzado?

El derrocamiento que sufrió el degradado presidente de Guatemala, OTTO PÉREZ MOLINA, por presuntas ligas con el submundo del narcotráfico, luego que varios de sus funcionarios -y la vicepresidenta ROXANA BALDETTI- se vieron implicados en el caso La Línea, era justo y necesario.

La conciencia de los guatemaltecos resultaba -a ciertas alturas- muy pesada, para cargar con el lastre de la omisión.

Bastaron unas cuantas semanas de cacerolazos, de toma de calles, de plantones y de mítines en las plazas públicas, para lograr la hazaña.

Bien por este sufrido pueblo, que se suponía era más insignificante que México.

El estatus político social nuestro, a la vez, es ambiguo.

Extremadamente ambiguo y complejo.

Los mexicanos por lo general jamás se unen -mucho menos se alían- en condiciones evidentes de corrupción de funcionarios, para consumar castigos.

El miedo de los mexicanos es proverbial.

Es por eso que en teoría y en la práctica, un golpe como el que sufrió Otto Pérez Molina en Guatemala jamás ocurriría aquí.

Vemos a un presidente llamado ENRIQUE PEÑA NIETO que no tiene para cuándo salir del descrédito, luego de favorecer los primeros 2 años de su gobierno a sus más íntimos amigos, sus proveedores.

Entre ellos destaca Juan José Hinojosa Cantú, reynosense de nacimiento, dueño del grupo HIGA, quien se hizo famoso durante el gobierno peñanietista en el Estado de México por ganar -durante el sexenio completo- más de 33 mil 665 millones de pesos.

Por cierto Juan José Hinojosa tuvo el cinismo de acudir al tercer informe de gobierno de su amigo el presidente.

Quiso pasar desapercibido en medio del monstruo de mil cabezas, pero un fotorreportero lo descubrió.

Hoy su imagen, tanto de Enrique Peña Nieto como de Juan José Hinojosa Cantú son símbolo de la desfachatez ‘a la mexicana’.

Hasta aquí, nos leemos pronto.

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