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¡ERA AL REVÉS, PRESIDENTE!

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Asesores de imagen reventados. Equipo de comunicación social rebasado y a la mitad del naufragio. Discursos más viejos que las tandas del Teatro Principal‎, y “estrategas de control de daños”, ¡sin la menor idea de lo que se trata!

¡Era al revés, Presidente! Lo que debería hacerse es fortalecer a los municipios, no desaparecerlos en aras de una centralización que lleva a pensar en la rapacidad concentradora.

Es que, como si fuera un curso perfecto de “psicología inversa”, se hace todo lo contrario a lo que se espera de ellos. Así, nuestros gerifaltes, para responder a una crisis política que nació de otra de opinión pública, reaccionan con el equipaje menos apropiado.

¡Bravo, Guamúchil Party! Mejor, imposible. Este país les recordará eternamente– o al menos durante la vida de los trashumantes del presente siglo– por el derroche de talento para cuidar los mensajes presidenciales y la imagen de su jefe.

Una carpa montada para presentar como gran novedad una vieja novela de usos y costumbres, desgastada al máximo por el delamadridsmo y el salinismo ordinario, consistente en un decálogo infumable de párrafos inconexos e inopinados.‎ Todo un trhiller de horror e incompetencia.

Promesas de hace más de medio siglo, elaboradas por amanuenses y promotores oportunistas que ya vieron pasar sus mejores momentos, si es que los tuvieron‎, en la época panfletaria de Echeverría y López Portillo. Frases anticlimáticas que convocan a la desconfianza y al recelo mucho más que al apoyo.

Convocatorias a niveles del poder que no tienen vela, no digamos en el entierro, menos en la solución de algo, ni en la posibilidad del menor auxilio a los protagonistas. Difusiones grandilocuentes y onerosas que exhiben más la arrogancia que la intención.

“La República”, de la que tanto les gusta llenarse la boca, otra vez reunida para inaugurar una nueva etapa de propósitos de enmienda ante la monstruosa realidad ‎que nubla la razón y el enfoque. Los tres poderes y las tres instancias, acompañados de las parafernalias presupuestales de rigor, jurando por ésta que no se repetirá “otro Iguala”.

AL FINAL, BASTONAZOS DE CIEGO

Es como el médico que receta un tratamiento demasiado tóxico al paciente, y después de la consulta se da cuenta que la enfermedad del pobre hombre, es desconocida. ¿Cómo comprometerse a que “no se repetirá otro Iguala”, si nadie ha podido explicar qué fue lo que pasó?

‎Si las autoridades ministeriales de procuración de justicia, encargadas de la investigación de lo sucedido, no han podido ofrecer al público una explicación contundente de los hechos, ¿cómo demonios van a proponer desterrar, en una mesa rusa, ante interlocutores de distinto jaez y procedencia, el salvaje procedimiento?

Deberían empezar por tener físicamente al o a los responsables. No más bastonazos de ciego. Criminales convictos y confesos ante la pesquisa de barandilla y ante la sociedad‎. Tener detallado perfectamente el iter criminis, así como los motivos y resultados. Hasta la fecha, no sabemos ante qué delito nos encontramos.

¿Cómo va a haber soluciones, si no sabemos quién, cómo, por qué y para qué cometió el etnocidio que ha despeñado, literalmente, al gobierno?

¿Contra qué enfermedad nos van a vacunar esta vez las filípicas de los masiosarescos oradores en turno del sistema, siempre en búsqueda desesperada de los teassers de la radio y la TV y “la de ocho” de los periódicos?

¿POR QUÉ SE LES HACE DIFÍCIL?

¿Hasta dónde un “gobierno” con vocación artística y escenografía de marquesinas‎, podrá resistirse a seguir navegando, en medio de un mar proceloso, con el ruido ensordecedor del infelizaje? ¿Le rinden culto al poder, o sólo a los beneficios que de él dimanan? ¿Seguro que, ante la presión, no irán a decir: “¡mejor ya vámonos!”?

A mí no me queda muy claro. La voluntad de poder no coquetea casi nunca con la frivolidad y la conducta palaciega del licencioso habilitado. Lo que se ha visto en estas rondas de equivocaciones, es lo más parecido a las “cortes de milagros” de Valle Inclán. La debilidad casi inocente, es condenable, no tiene remedio.

¿Es tan difícil para la autoridad descorrer el velo de misterio que envuelve a las toneladas de amapola negra, carísima en el mercado gringo y el negocio que representa para un puñado de delincuentes que, gracias a su impunidad, pueden seguir inundando el mercado nacional y extranjero, con ganancias que superan con creces el margen político de maniobra del presupuesto nacional?

¿Es tan difícil reconocer a las autoridades que estaban –y están– inodadas en esta “vuelta”? Si Barack Obama ya aceptó la magnitud y la dificultad que estos sujetos representaban, en su informe de labores de hace unos días‎ al Congreso. ¡La amapola mexicana considerada la mejor del mundo!

Dice Obama que el mercado norteamericano de estupefacientes y alucinógenos, ha sido inundado por la amapola negra de “calidad Iguala’” que, usted sabe, dicen que controlan las bandas de badulaques de Rojos y Guerreros Unidos. Eso es lo que se dice, pero ¡vaya usted a saber!

Ahora, hasta los senadores republicanos y demócratas cierran filas para proponerle al secretario de Estado gringo que intervenga para enderezar el entuerto, resolver el intríngulis, sacar las castañas con la mano del gato, recomponer al arrinconado gobierno mexicano. ¡Qué pena!

¿Cuándo van a aprender a reaccionar más rápido? ¿Por qué les gusta que les llamen la atención sus pilmamos? ¡Esa intervención costaría más cara que todas las machincuepas que hemos dado para ocultar, hasta ahora, a los culpables de ambos lados de la barra!‎ Autoridades de todos los colores institucionales y bandidos de todas raleas, hasta hoy siguen protegidos.

De ahora en adelante, la diplomacia mexicana deberá abocarse a hacer todo lo posible para alejarnos del síndrome afgano y no ser considerados dentro del “eje del mal”! Si mal nos va, podemos hasta sacarnos una ocupación diplomático – policíaca intemporal.

Recuerden que sin petróleo, ningún país periférico vale más que su nómina y su mapa. Si no queremos entregar a los responsables –quienes sean, hasta donde tope– vale más que nos preparemos para capotear la resaca. ¡Salud!

Desgraciada y afortunadamente, no hay más cera que la que arde‎.

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