Estado

Hijas del sol y el surco…

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VIDA DIARIA

Por: Rosa Elena Gonzalez

Para ellas la jornada comienza con la alborada y termina al caer el sol pero su responsabilidad, con su familia y su entorno, no termina nunca, es de tiempo completo.

Aman la tierra que les da de comer, en ella tienen sus raíces, sus sueños y esperanzas por eso les duele verla árida y vacía.

Son las mujeres que viven en áreas rurales, son nuestras campesinas, son el ejemplo de vida, fortaleza, amor, bondad y valores, capaces de soportar los candentes rayos del sol y hasta e hacer producir la tierra, a veces, hasta de aguantar el hambre, dolor y tristeza al ver que las parcelas ya no dan para comer, aun así la quieren y la respetan.

Con la piel curtida por las inclemencias del tiempo van por la vida, saben disfrutar del roció en la hierba, del olor de los azares, sienten la comunión de sus pies con la tierra del surco, se alegran por una buena cosecha y jamás maldicen un mal temporal.

Saben más de necesidades que de lujos, igualmente saben más de bondades y entrega que de oscuros intereses, para ellas el comer una gallina es día de fiesta porque aprendieron a disfrutar de las cosas sencillas de la vida, de las pequeñas cosas que dan felicidad.

Así son las verdaderas mujeres campesinas, sembradoras de amor por su tierra, su familia y su patria, ellas muestran con orgullo las huellas del trabajo en su piel, no les asustan las arrugas que la vida y los años de lucha van dejando en sus rostros, tampoco les espanta el dolor físico pero si el dolor de sus hijos, ese les pega en el alma y le causa tristeza, más cuando ven su tierra pedir agritos apoyo para seguirles dando de comer.

Por eso es que el empoderamiento de las mujeres rurales es crucial para terminar con el hambre y la pobreza, lo triste es que aún siguen sufriendo la desigualdad.

El negarles las oportunidades es tanto como negar el crecimiento de nuestro país en condiciones igualitarias, con sociedades fuertes y un futro mejor y sin embargo eso sucede.

Ayer fue día Internacional de la Mujer Rural y aunque en las ciudades de todo el mundo se recuerda y festeja que hay mujeres hijas del sol y del surco, capaces de contribuir en las economías y levantar imperios sin dejar de sembrar amor para cosechar familias fuertes, allá en el medio rural pocas son las que saben que se conmemora el 15 de octubre.

Los partidos políticos aprovechan el día para congraciarse con las Damas de acero del sector campesino, pero después de la fecha todo sigue igual.

En las ciudades de todo el mundo se realizan eventos para festejar el Día de la Mujer Rural, las que acuden a los jolgorios y reciben reconocimientos son las que andan en la política, las verdaderas hijas del sol y el surco ni siquiera saben que se conmemora el 15 de Octubre, para ellas es un día normal, donde tienen que ir a la parcela, llevar el lonche al marido al potrero, atender los cultivos sin descuidar las labores del hogar, no les queda tiempo para festejar.

Poco reconocido es su empleo, de hecho no existe en la economía formal, pero las mujeres campesinas juegan un papel muy importante en México, de ellas depende en gran medida la seguridad alimenticia de millones de familias.

A nivel mundial la mano de obra de la mujer campesina representa el 43 por ciento de las producciones agrícolas, bastante para ser poco reconocido más cuando durante siglos se han responsabilizado de las tareas domésticas, el cuidado de las personas, de la alimentación de las familias, más el cultivo para el autoconsumo y comercialización de algunos excedentes de sus huertos.

Va pues, dedicado a todas las mujeres campesinas que viven en las comunidades rurales de esta hermosa nación, nuestro reconocimiento y felicitación, no por el día Internacional de la Mujer Rural porque para la mayoría de ellas todos los días son iguales, es por conservar la esencia de un país con gente buena, noble, trabajadora que aun en el sufrimiento no pierde la fe y agradece a DIOS por la vida y la generosa tierra.

vida.diaria@hotmail.com,Twitter@VidaDiaria1,Faceboook RosaElena González.

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