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Uber, una chulada

 
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Raúl Hernández Moreno
 
Ahora que se reabrió la discusión sobre los eco-taxis, sería bueno explorar la posibilidad de los Uber.

Quienes han utilizado este servicio, saben de lo que hablamos. El servicio lo prestan automóviles y camionetas de reciente modelo; cuando la unidad llega a recoger al pasajero, el chofer ya sabe cómo se llama el pasajero y este sabe cómo se llama el conductor.

El pasajero también recibe información sobre la unidad. Qué marca es, color y en algunos casos hasta el número de placa. El pasajero también sabe  cuánto va a pagar, con el añadido de que el cobro se aplica a una  tarjeta de crédito o débito, de tal manera que no va a pasar aquello de que el pasaje son 150 pesos y como el taxista no trae cambio de un billete de 200, se le deja el resto de propina.

Como la tarifa es fija, el pasajero sabe que no habrá un cobro extra por bloqueos en las calles o por tráfico lento. Y tampoco va a pasar aquello de que el taxista toma una ruta larga, para cobrar más.

Los choferes de los Uber suelen ofrecer botellas de agua, preguntan al pasajero si quiere escuchar determinada estación de radio, si gusta leer el periódico del día y hasta preguntan si está de acuerdo con la ruta que señala el GPS o quiere alguna en especial.

Los  Uber suelen ofrecer tarifas más bajas que los taxis regulares. Comprobado. Además, no abusan  cuando el servicio lo ofrecen desde el aeropuerto o  en las madrugadas.

Quienes  han usado un taxi en la madrugada, han vivido la experiencia de que si en el día por una dejada se les cobra 50 pesos, en la madrugada el precio aumenta a 200 pesos. Y de nada vale regatear. Lo tomas o lo dejas, es la respuesta del taxista. Todo esto no pasa con los Uber, donde el servicio se basa en los kilómetros que se recorrerán en la primera ruta señalada por el GPS.

Los taxis regulares también abusan cuando dan su servicio desde un aeropuerto, porque suponen que quien  viaja en avión tiene mucho dinero.

Otra de las ventajas, es que el Uber se solicita a través de una aplicación en el teléfono digital. A través de la aplicación al usuario se le señala el tiempo estimado de espera, de tal manera que el pasajero espera tranquilamente en el domicilio donde se encuentra y unos segundos antes de que se cumpla el plazo señalado, sale a la calle a esperar la llegada del Uber.

Los Uber son una chulada, aunque ciertamente por  ser Nuevo Laredo una ciudad de 400 mil  habitantes, es posible que no sea atractivo ofrecer el servicio. Conseguirlo, sería un logro de la modernidad. Tener  Uber en Nuevo Laredo sería mucho mejor que  eco-taxis que operan en vehículos compactos, sin clima y con choferes que no suelen ser nada  amables, como si estuviesen haciendo el gran  favor.

Los choferes de Uber,  suelen tener un trabajo alterno. Durante el día  cumplen con su chamba  y por las tardes accionan la aplicación de Uber y se ponen a ruletear. Lo que quieren es mejorar sus ingresos y por eso se esfuerzan por dar un trato atento y amable a los pasajeros.

Las ciudades modernas cuentan con Uber  y la realidad es que quien utilizan sus servicios, se  olvidan de los taxis regulares, porque ofrecen un excelente servicio.

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