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El invicto Luebbert

oscar luebbert

El Fogón

José Ángel Solorio Martínez

Oscar Luebbert Gutiérrez, quiere regresar a los primeros planos de la política tamaulipeca. El exalcalde reynosense, ha tomado las redes sociales como herramienta para su relanzamiento. Residente en Mission, Texas desde el fin de su mandato municipal, viene externando con enfática ternura su amor por Reynosa. Dice, que realmente ama a Reynosa.

Seguramente así es.

Ha gobernado su pueblo por seis años –fue alcalde en dos períodos-.
Y no lo hizo mal, en el sentido político. Dio equilibrio a la estructura de autoridad; pacificó la ciudad construyendo una gobernabilidad que hoy se extraña; generó cierta infraestructura urbana que proporcionó bienestar a miles de familias y posicionó al PRI como una fuerza política inobjetable en la localidad.
Nada mal.

Los asegunes empiezan, al revisar sus gestiones municipales en las esferas de las finanzas y al evaluar su relación política con el gobernador Egidio Torre Cantú. Uno de sus hombres de confianza, Raúl Jiménez quien manejó el erario en ese sexenio recordado, se transformó como por ensalmo en uno de los potentados más relevantes de la frontera y pasó a la historia como uno de los administradores más funestos: heredó una deuda de casi 500 millones a la administración que los sucedió, sin que se conociera el destino de esa monstruosa deuda. Aún hoy, se pregunta la administración de Everardo Villarreal dónde quedó esa cantidad de dinero que paralizó el inicio de los trabajos del nuevo Ayuntamiento.

Los vínculos entre Torre Cantú y Luebbert Gutiérrez están si no dinamitados, sí distanciados. El asunto tiene su origen en la conducta del reynosense ante el triunfo de Rodolfo Torre Cantú en la contienda interna que lo hizo candidato a la gubernatura por el PRI tamaulipeco. Oscar peleó hasta el final la candidatura –la deuda de casi 500 millones, puede tener aquí una explicación- y enfadado e irritado, se sumó a la campaña del doctor Torre Cantú tardíamente: a mitad del trayecto y a regañadientes.

Esas circunstancias, sumadas a su poca institucionalidad lo convierten en un peligro de llegar al CDE del PRI tamaulipeco. ¿Poco institucional un hombre que ha ocupado los cargos más relevantes en la administración pública de la entidad?..

Sí.

Carece de institucionalidad.

Manuel Cavazos Lerma, lo apuntaló en Tamaulipas para que realizara una fulgurante como exitosa carrera. Facilitador de todo el trayecto de Luebbert, el matamorense pronto sintió el desapego de su pupilo. No hubo explicaciones válidas para le ruptura de Oscar con MCL; sólo se expresó en un huidizo reynosense para con los proyectos del gobernador salinista.

Tomás Yarrington trató con generosidad a Oscar y a su familia. A él lo convirtió en uno de sus más poderosos colaboradores en una súper Secretaría, sólo debajo de la autoridad del gobernador. Y a Ana Teresa Luebbert la instaló como Presidenta del Poder Judicial tamaulipeco. Con tal presencia, el reynosense ya se hacía gobernador.

Pero no. La correlación de fuerzas favoreció al victorense Eugenio Hernández Flores.
Otra vez, el berrinche de Luebbert.

Cuentan que uno de los más íntimos amigos del entonces gobernador Yarrington le preguntó, ya definida la sucesión en favor de Eugenio:

-¿Por qué no Homero?
(Se refería a Homero Díaz, Secretario General de gobierno y macizo precandidato).

Respondió Tomás:
-Tenía todo. Y no pudo.

(El comentario aludía a la incapacidad de Díaz de ampliar su influencia por toda la entidad).
-¿Por qué no Baltasar?..

Dijo el gobernador:
-El estado ya no aguanta otro gobernador de Matamoros.

-¿Por qué no, Luebbert?..
Lapidario, respondió:
“Se cree, más inteligente de lo que es…”

Oscar Luebbert aspirará por cuarta vez consecutiva a la gubernatura…
…y será la enésima vez, en fila, que la pierda.

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