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Las cruzadas…

CENA DE NEGROS

Marco A. Vázquez

Las cruzadas…

Los historiadores hablan de las cruzadas, o guerras santas, ejecutadas allá por los años 1000 al 1200 después de Cristo, actividades militares que eran en realidad ansias del papado de la iglesia católica por expandirse, pero a la vez eran inspiradas en ideas de venganza, de ejecutar genocidios, asesinatos terribles como el encerrar a judíos y quemarlos vivos.

En realidad las cruzadas no tienen más justificación que el “objetivo de recuperar Tierra Santa”, aunque no pudieran explicar por qué se realizaban en muchos países con “la misma idea”.

Poquito de historia sirva de contexto para hablar de las cruzadas que presuntamente sostiene Enrique Peña Nieto, presidente de México, contra el hambre y la que ha anunciado contra el empleo informal, verá usted que parecidas son.

La primera, su cruzada contra el hambre, habla de atender las necesidades de poco más de siete millones de mexicanos que no tienen dinero para comer, que carecen de trabajo, qué, además, no tienen forma conseguirlo.

Curioso, pero esa cruzada ataca el hambre en municipios de Tamaulipas tan grandes como Reynosa, Matamoros, Altamira, pero ni se acuerdan de San Nicolás, tampoco de Bustamante, ni Palmillas, y para ellos no existen San Carlos, Mainero, ni los municipios que colidan con El Mante.

Cierto, hay más pobres y personas con riesgo de morir de hambre en Reynosa, también en Matamoros, y por supuesto en Altamira que en todos los municipios pobres de Tamaulipas, pero también es una realidad que en esas localidades se generan empleos, hay oportunidades diversas, y en la zona rural siempre estarán a la buena de Dios.

Esa es la cruzada contra el hambre, un programa que difícilmente dará resultados y que muy probablemente también pueda ser parte de una estrategia de exterminio de muchos mexicanos que no tienen dinero para comer y ni una sola oportunidad donde producirlo.

La otra cruzada, la que va contra el empleo informal, también es bastante ambiciosa pero quizá en Tabasco, la tierra de Andrés Manuel López Obrador, una Entidad gobernada por la izquierda, nos están enseñando de que se trata, tan simple como es el quitarle el trabajo a los que menos tienen, humillarlos, y de paso, ver si de casualidad se mueren de hambre ante la carencia de ingresos.

Allá, en Tabasco, comenzó a difundirse un video de un funcionario municipal que obliga a un pequeño de 9 o 10 años a tirar toda su mercancía, entre lágrimas el menor ve perderse quizá toda su riqueza que eran unas paletas y chicles para vender mientras el izquierdoso funcionario se retira, pero lo hace hasta ver que ya no queda nada en el canasto del vendedor informal, de ese “peligroso niño que atenta contra nuestras leyes” nomás por ser pobre.

Es verdad, según estadísticas en México hay 49 millones de personas que trabajan o pueden trabajar y solo 16 millones de ellos están registrados en el Seguro Social, “son empleos formales”, se les dice, por lo que se estima que son 28 millones de personas que no tienen seguridad social, ni médica, y se presume que hacen eso, dedicarse al comercio informal entre otras cosas, ese es el hecho, pero de ahí a querer hacer una cruzada contra la informalidad quitándole el sustento a la gente pobre hay una distancia enorme.

También es verdad que mientras el gobierno no sea capaz de hacer que todas esas personas que están en la economía informal paguen sus impuestos pues no avanzará, pero su cruzada, si la orientan a destruir los trabajos que ahora existen, se parecerá mucho a la que realizó la iglesia católica en aquellos años porque al final matará de hambre a miles de mexicanos que no tienen otra forma de sobrevivir.

Mismamente tiene razón al pensar que muchos de los que trabajan en la informalidad solo requieren apoyo, disminuirles las trabas burocráticas, impulsarlos a que vean los beneficios de estar regulados, pero también se debe pensar en los que no están en condiciones de gastar un solo peso en esas cosas, menos en impuestos.

Este gobierno de México y sus cruzadas tiene que empezar su tarea en forma diferente, primero, con una definición clara de su objetivo, una explicación a fondo de la forma como pretenden lograrlo, y finalmente, dándole garantías a los más pobres de que el beneficio será para ellos.

Para resumir, es tiempo de darle una dimensión clara a las cruzadas de Enrique Peña Nieto, a sus objetivos, y a diferenciarlas de manera plena con la acción que llevaba a cabo la iglesia católica contra los judíos, los musulmanes y otros religiosos que no eran parte de sus creencias y que los mataban de las formas que se les pudieran ocurrir, pero además, que solo lo hacían para ampliar su riqueza, para justificar su presunta cercanía con Dios, en el caso del gobierno, para justificar su presunta cercanía con la ley, con la legalidad.

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