Estado

La mueca de Etienne

alejandro etienne

 

 

 

 

 

Por: Mauricio Fernández Díaz

Cargando muertitos que no mató y bultos que no escogió, el hombre que jamás quiso ser candidato a la presidencia de Victoria sufre hoy el calvario de ver su campaña en plena caída vertical.

Si nos atenemos a las encuestas, esas que el Senador Parcero no reconoce como válidas porque no son de Mitos kfy ni de televisa, el hombre que aprendió a sonreír (obligado, forzado por las circunstancias) dibuja de vez en cuando una mueca que semeja retorcida sonrisa ante la eventualidad cada vez más certera de perder la contienda electoral a manos de Arturo Soto, el candidato panista.

De nada han servido hasta hoy las estrategias trazadas desde tercer piso de palacio de gobierno por el hombre invisible, asesorado por los tres fantásticos; mucho menos ha contribuido a posicionar la campaña de la fórmula priísta la presencia de sus compañeros de fórmula, una de ellas repudiada por los burócratas y el otro un junior, con su ADN infectado por ese virus que corroe las entrañas de los priistas que han estado en el poder y que genera diversas patologías y desordenes emocionales como son un apetito insaciable por el dinero, una enfermiza obsesión por el poder y esa enfermedad terminal que ha llevado al caos económico a nuestro estado y nuestro país: la corrupción.

Alejandro Etienne fue lanzado a jugar un juego en el que no es ducho, que no entiende, que no le gusta y mucho menos disfruta.

El pobre hombre fue sacado de su hábitat natural, del confort que proporciona una oficina amplia, climatizada, con hermosos y costosos muebles y muchos empleados que acataban sin chistar sus ordenes, fue arrojado sin piedad de ese su pequeño universo de poder, en el cual el dinero manaba a raudales y le permitía a él y su familia departir con lo mejorcito de la “sociedad victorense”, esa que ve el mundo a través de una copa de cristal cortado, y que conoce las colonias marginadas de lejecitos, cuando viajan en sus autos último modelo protegidos del sol por vidrios polarizados.

Fue implantado en otro mundo; uno que desconocía y que le da miedo y horror.

Su peregrinar por colonias que no sabía que existían lo colocan casi en estado de shock. Como si fuera el protagonista principal de aquella inolvidable cinta cinematográfica llamada “Los miserables”, Etienne camina como sonámbulo entre gente menesterosa, con humores para él desconocidos y vidas miserables; personas que se obstinan en acercársele a pesar de que ven el desagradable gesto que dibuja en su rostro y que intenta ser una sonrisa.

Se lamenta que los actos en lugares cerrados, sus desayunos, comidas y cenas con Canacos, Concanacos, Sociedades de Ingenieros, Químicos, Cámaras Empresariales y otras “fuerzas vivas” hayan sido casi cancelados para dar paso a los recorridos por esas inmundas colonias con hedor a mugre, a desperdicios, a drenaje, a pobreza.

Su fino olfato a duras penas tolera el tufo a sudor, muchas veces agrio por haber permanecido en el cuerpo y ropa del colono durante varios días, dada la brutal escases de agua que flagela a la ciudad.

Lo peor es el abrazo, la repegada, el sentir que se le restriegan en la fina ropa dejándolo oloroso a pueblo, ese aroma desconocido para él hasta hace muy poco.

Su esposa, otra víctima del infortunio, lo acompaña esporádicamente a recorridos, por instrucciones precisas de los estrategas. Esto claramente no hace feliz a la mujer, acostumbrada también a las fragancias Chanel, Lacoste, Giorgio Armani.

De hecho, la sra.  Evita en lo posible caminar por esas destrozadas calles; no es su ambiente ni tampoco le es agradable el abundante sudor que baña su cara y estropea su caro y bien cuidado maquillaje.

De la misma manera, los colonos no se identifican, no se ven representados por un hombre que tiene prendas que en su vida ellos podrán poseer, y lo que es peor, el aspecto aristocrático, sus ademanes de gentleman y su parco hablar lo alejan aun más del populacho, de aquellos a los que quiere convencer para que voten por quien los habrá de representar en el Ayuntamiento, por quien pretende hacer un gobierno de beneficio popular.

Sin duda Alejandro Etienne no esta gozando esta campaña; sin duda su jefa de prensa se encuentra desesperada ante la ausencia de respuesta ciudadana a pesar de los brutales ataques mediáticos al panista que encabeza las encuestas y sin duda, los tres fantásticos se encuentran mucho más nerviosos al no poder revertir el error de que Ramiro Ramos sacara como candidato a un socialité y no a un verdadero político.

 

 

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